Fuente: Las Provincias
Siempre he tenido una vista buena, pero hace un par de años, en el reconocimiento médico del trabajo, me di cuenta de que ya no veía tan bien. Cada vez me costaba más enfocar de cerca, ver las etiquetas de los productos del súper... Leo mucho y jamás he usado gafas, pero últimamente notaba que, si el libro tenía la letra muy pequeña, ya no estaba tan cómodo». Pedro González, bilbaíno de 45 años, acaba de estrenar gafas para la presbicia. Y, como él, casi todos los de su quinta. «La presbicia o vista cansada se traduce en una dificultad para ver de cerca provocada por un endurecimiento del cristalino. Es un hecho fisiológico inevitable y empezamos a perder capacidad de enfocar de cerca desde que nacemos, aunque se manifiesta sobre los 45 años», explica Francisco J. Muñoz Negrete, catedrático de Oftalmología y director de archivos de la Sociedad Española de Oftalmología.
Lo notan más (o antes) las personas con hipermetropía y aquella que miran a menudo de cerca pantallas o libros. Es el caso de Pedro, que trabaja desde hace más de veinte años como asesor financiero y cumple siete horas de oficina. «He comprado unas gafas que 'aumentan', como si fuesen una lupa, y con ellas la lectura es más cómoda. Pero en el ordenador trato de aguantar sin ellas». Puede parecer contraproducente, pero no lo es. «Cuando nos ponemos gafas, el cristalino está mucho más inmóvil y la rigidez se acelera, así que lo recomendable es hacer un pequeño esfuerzo para enfocar, lo que puede retrasar un poco la evolución de la vista cansada. Siempre que no nos encontremos mal, claro».
No ha sido el caso de Pedro, pero los síntomas de la presbicia, además de la creciente dificultad para leer la letra pequeña (el prospecto de un medicamento es un indicador fiable), también pasan en ocasiones por «dolor de cabeza, picor, visión borrosa...», advierte el doctor Muñoz. Con las gafas se pasan los síntomas, pero la presbicia no se cura. «La pérdida es progresiva. A los 45 años se suelen necesitar 1,5 dioptrías de hipermetropía y aumenta media dioptría cada cinco años, de modo que a los 50 se suelen tener 2, a los 55 ya son 2,5 y 3 a los 60 años, cuando se estabiliza».
¿Qué le pasa al ojo?
«El cristalino es la lente que tenemos dentro del ojo y nos permite enfocar. Se trata de una lente elástica que aumenta su curvatura al mirar de cerca, por la contracción refleja del musculo ciliar, lo que permite ver con nitidez. Desde que nacemos, esa lente se va engrosando y endureciendo, lo que se traduce en dificultades para enfocar de cerca».
33 centímetros, la referencia
No veo de cerca, pero ¿cómo de cerca? «La referencia son unos 33 centímetros, que es la distancia a la que sujetamos un libro, y algo más en el caso del ordenador». Como 'medida de urgencia', cuando asoman los síntomas de la presbicia la solución pasa por «ponerse el libro más separado, pero llega un momento en el que ya nuestra mano no llega más lejos».
¿Evolucionan igual los dos ojos?
Ese y no antes es el momento de ponerse gafas. Pero ¿cuáles? La presbicia evoluciona igual en ambos ojos, de manera que, si una persona ha tenido hasta ese momento la vista bien, puede usar unas gafas convencionales, que tienen las mismas dioptrías en cada lente – así son las de Pedro, que le han costado 39 euros–. «Pero siempre es recomendable una visita al oftalmólogo para que valore si ambos ojos necesitan la misma ayuda».
¿Son 'lupas'?
«Esas gafas para la presbicia hacen efecto de 'lupa', pero en realidad –advierte el oftalmólogo– es una lente convexa que compensa las dioptrías».
¿Hay que llevarlas por la calle?
La recomendación general de los oftalmólogos es no acomodar el ojo a ayudas que no le hagan falta, y, como la presbicia no interfiere en nuestra visión de lejos, «por la calle no se necesitan». Otra cosa es que esa persona use gafas ya. «En ese caso, lo ideal es hacerse unas progresivas y permanentes que ayuden a ver de cerca cuando enfoque a poca distancia y a ver de lejos por la calle». Tampoco el efecto de la presbicia será igual si hay miopía, astigmatismo, etc. «Las personas con poco astigmatismo podrán ver bien de cerca durante más años, mientras que, si tienen mucho, es probable que no vean bien ni de cerca ni de lejos. En el caso de un miope con tres dioptrías, a los 60 años verá bien a esos 33 centímetros de distancia sin gafa alguna».
Lo he notado 'de repente'
Aunque, cuando lo notamos, acumulamos ya cuarenta y tantos años de pérdida progresiva, «mucha gente se da cuenta al volver de vacaciones: después de un mes en el que no hemos estado trabajando con el ordenador o leyendo documentos, notamos que nos cuesta enfocar». Hay diferencias, incluso por franjas horarias. «Al levantarnos enfocamos peor».
¿Se opera?
«La única cirugía es adelantar la de las cataratas. No se aconseja hacerla antes de los 60 años porque en jóvenes aumenta el riesgo de desprendimiento de retina», advierte el doctor, codirector del curso 'Cirugía cristaliniana de la presbicia' junto a Rafael Bilbao Calabuig durante el Congreso de la Oftalmoseo.
«Doctora, ¿por qué veo peor?»
Nerea Fernández-Villa, periodista burgalesa de 46 años, usa desde hace un año gafas de presbicia. «En la revisión oftalmológica del año pasado la doctora me aconsejó lentes de una dioptría. Yo llevaba ya un tiempo que se me cansaba la vista, me costaba leer el WhatsApp, me tenía que alejar el móvil». Durante este último año Nerea ha hecho un uso esporádico de las gafas: «Sobre todo, cuando miro el móvil por la noche, después de una jornada de trabajo, y excepcionalmente las puse media hora el otro día con el ordenador». Acaba de salir de la revisión de este año : «La doctora me aconseja alargar cuanto pueda el uso permanente de gafas. Eso sí, me ha dicho que hidrate el ojo con lágrimas artificiales e ilumine mejor la zona de trabajo».