Fuente: Sinc
El certificado COVID digital de la UE, a veces llamado pasaporte COVID, acredita que una persona se ha vacunado, ha dado negativo en un test o bien se ha recuperado de la enfermedad. Esta acreditación ya se pide en diversos territorios europeos para acceder a lugares y espectáculos públicos, como restaurantes, peluquerías o conciertos.
Además de ayudar a prevenir la propagación de la pandemia en esos entornos, se ha planteado que este certificado puede animar a vacunarse a las personas que todavía no lo están, en particular a aquellas que consideran que su propio riesgo de hospitalización o muerte por covid-19 es bajo.
Pero aunque varios países y comunidades autónomas españolas ya aplican o están considerando introducir el pasaporte COVID, hasta ahora no estaba claro si esta intervención de salud pública aumentaba la aceptación de la vacuna. Algunas encuestas lo ponían en duda para algunos grupos de población, sin embargo varios medios de comunicación y organismos sanitarios nacionales habían informado de que sí lo favorecía.
Con datos de Francia, Italia, Dinamarca, Alemania, Suiza e Israel, se ha comprobado que la certificación COVID ha conducido a una mayor aceptación por las vacunas en países con baja cobertura de vacunación
En este contexto, investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) han comprobado que la certificación COVID ha conducido a una mayor aceptación por las vacunas en países con baja cobertura de vacunación, y especialmente entre los más jóvenes. Los resultados se publican en la revista The Lancet Public Health.
“La principal conclusión de nuestro estudio es que hubo un aumento significativo de las vacunaciones alrededor de 20 días antes de la introducción de los certificados COVID, que se mantuvo hasta 40 días después, pero el contexto del país o región donde se introdujo fue importante: vimos una relación en Francia e Italia, con una historia más larga de dudas sobre las vacunas”, explica a SINC la autora principal, Melinda Mills.
Seis países con pasaporte COVID
Para realizar el estudio, los investigadores se centraron en los datos de Dinamarca, Israel, Italia, Francia, Alemania y Suiza, países en los que se introdujo el pasaporte COVID obligatorio de mayo a septiembre de 2021. Después, los compararon con los de 19 naciones similares (España, Reino Unido, EE UU, etc.) donde no se había tomado esa medida, comparando parámetros clave como los casos diarios, proporción de vacunados y la edad.
De esta forma se observó que los países que partían de una proporción de vacunas frente a la covid-19 inferior a la media (Francia, Israel, Italia y Suiza) experimentaron un gran aumento en la vacunación, pero no se produjo un efecto significativo en Alemania, donde la cobertura de vacunas ya era alta, ni tampoco en Dinamarca, donde el suministro de dosis estaba limitado.
Mayor efecto sobre los jóvenes
Los resultados también revelan que el aumento de la aceptación de las vacunas fue más pronunciado entre los menores de 30 años tras introducir el pasaporte, y que cuando se solicitaba para entrar en los clubes nocturnos y los grandes eventos, como en Suiza, los mayores incrementos se produjeron entre los grupos con edad inferior a 20 años.
Los autores concluyen que la certificación COVID podría ayudar a aumentar la aceptación de las vacunas en algunos grupos de población, como los jóvenes, pero su implementación se debe considerar según el contexto existente, como la cobertura de vacunación, las dudas hacia las vacunas, los niveles de confianza en las autoridades y la trayectoria de la pandemia.
“Nuestro estudio no adopta una postura personal ni argumenta a favor o en contra de su introducción, sino que intenta modelar el impacto que podría tener en la aceptación de las vacunas y la infección”, subraya Mills, “y como nuestros resultados son muy específicos del contexto, indican que los países deberían considerar este aspecto”.
“Esta certificación por sí sola –concluye– no sería una bala de plata para aumentar la aceptación de las vacunas, y aclaramos que, en particular para algunos grupos en los que la confianza en su gobierno es baja o el acceso a las vacunas es difícil, serían más óptimas medidas más concretas, como el diálogo para superar las dudas sobre la vacunación o unidades móviles en determinados barrios”.