El primer aparato salió de la empresa de música británica EMI, la misma que inventó el sonido estereofónico.
Fuente: Público
Escáner o TAC, así se conoce popularmente la tomografía computarizada por rayos X (TC), que ha cumplido este año medio siglo de existencia en sus aplicaciones médicas. Considerada el avance más importante en técnicas de imagen aplicadas al diagnóstico en medicina desde la llegada de las radiografías, es al fin y al cabo, una extensión muy poderosa de estas. Utiliza el mismo tipo de radiación, los rayos X, invisibles al ojo humano, para explorar el interior del cuerpo.
La diferencia es que la TC se basa en miles de medidas generadas por la emisión de rayos X desde ángulos diferentes alrededor de un paciente para ver el cuerpo por dentro en "rodajas" en tres dimensiones, gracias al procesamiento matemático por ordenador de las señales obtenidas. "Esta tecnología permite a los médicos visualizar la anatomía interna de sus pacientes y revela la presencia de enfermedades agudas y crónicas y la consecuencia de daños sufridos con gran detalle", explican los especialistas John Boone y Cynthia McCollough en la revista especializada Physics Today. Es fácil imaginar por qué el salto desde no ver nada o tener que abrir al paciente para explorarle a esta técnica no invasiva ha sido tan importante.
Los caminos de la ciencia suelen ser muy curiosos y este no es una excepción ya que pasa por el mundo de la música. Fue un ingeniero electrónico con experiencia anterior en radar que trabajaba en la empresa británica EMI (donde se desarrolló el sonido estereofónico) quien vio la posibilidad de aplicar su conocimiento a la medicina. Godfrey Hounsfield se llamaba, y recibió financiación pública del Servicio de Salud británico para intentarlo. El 1 de octubre de 1971 el radiólogo James Ambrose obtuvo la primera imagen con esta técnica. Fue de la cabeza de una paciente en la que se podía observar, aunque la imagen era bastante borrosa, la presencia de un tumor.
A pesar de adelantarse en la aplicación, Hounsfield compartió en 1979 el premio Nobel de Medicina por inventar la TC con Allan Cormack, un sudafricano que trabajaba en Estados Unidos y avanzó de forma independiente en la base matemática para obtener imágenes. Dos físicos sin relación con la medicina se llevaron el premio ese año.
Ahora que todos los años se hacen millones de estas pruebas solo en Europa la tomografía ha evolucionado mucho desde aquella primera imagen y ha dado lugar a toda una industria que regularmente presenta novedades que el mercado suele acoger bien, aunque sea a un muy alto precio. No faltan quienes critican el uso excesivo de esta tecnología, que implica someter a los pacientes a radiación, aunque cada vez en menor dosis, pero los datos indican que el riesgo es ínfimo, comparable al de la radiación natural en muchas zonas del mundo, y el beneficio lo sobrepasa con creces.
El detalle que muestran las imágenes gracias al perfeccionamiento de los algoritmos, la facilidad de uso, el poco tiempo necesario para hacer las pruebas y la existencia de pequeños escáneres de bajo coste para usos clínicos especializados, como el dental, contribuyen a la popularidad de la técnica. Uno de los últimos avances es el escáner que cuenta fotones, aprobado en Estados Unidos hace unos meses y anunciado como el avance más importante en este campo en casi una década. Estos escáneres miden los fotones individuales de los rayos X, lo que permite distinguir con todavía más detalle los diferentes componentes de los órganos del cuerpo humano.
Resulta difícil para los que no están relacionados con la medicina, 50 años después, no confundir la TC con otras técnicas posteriores, como la resonancia magnética nuclear (RMN) o la tomografía por emisión de positrones (PET), pero esto tiene cierta lógica, porque todas son técnicas de imagen que han permitido dar saltos de gigante en el diagnóstico. Además de que en ellas se utilizan en muchos casos contrastes que se inyectan para obtener más detalle en las imágenes, tienden a converger, como suceden un nuevo escáner de cuerpo completo que combina la TC con la PET. Sin embargo, son distintas en cuanto a la radiación, ya que la resonancia, basada en efectos de la física cuántica, no somete al paciente a radiación alguna. Sin embargo, también se ha avanzado mucho en la reducción de la radiación en la TC.
Tampoco se puede olvidar que el escáner se utiliza en otros muchos campos industriales y de investigación. Descubre lo que hay dentro de las maletas en los aeropuertos y también analiza gemas o fósiles con altísima resolución, así como grandes piezas de aeronáutica. En gran parte de estos casos la máquina se simplifica porque es lo que se quiere analizar lo que rota en vez de rotar la máquina alrededor del paciente, como sucede en medicina. Por todo lo anterior, sin duda el escáner tiene por delante una larga vida.