Fuente: 20 Minutos
Los ojos son una parte de nuestro cuerpo en cuyo cuidado, a menudo, no reparamos demasiado. Sin embargo, es muy importante prestarles una cierta atención, ya que algunas manifestaciones que les afectan pueden, incluso, suponer la pérdida de la visión.
¿Qué es la uveítis? ¿Cuáles son sus causas?
La uveítis es una forma de inflamación que afecta al tejido medio de la pared ocular (úvea). Suele ser repentina y empeorar rápidamente, y afecta a personas de todas las edades en uno o ambos casos.
Sin tratamiento adecuado, la uveítis puede llegar a provocar la pérdida permanente de la visión. Por ello, el diagnóstico y el tratamiento tempranos resultan vitales para prevenir complicaciones.
Puede deberse a múltiples causas, como son las infecciones, las lesiones, las enfermedades inflamatorias o las enfermedades autoinmunes. Incluso, a veces no es posible identificar la causa.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de la uveítis son bastante característicos, e incluyen el enrojecimiento de los ojos, dolor ocular, fotosensibilidad aumentada (mayor sensibilidad a la luz), visión borrosa, aparición de puntos flotantes o máculas en el campo de visión y reducciones significativas de la visión.
Este cuadro tiene un inicio gradual, pero a menudo con una progresión rápida, y puede afectar a uno u ambos ojos.
Si no se trata, puede provocar la aparición de complicaciones graves, como hinchazón en la retina, cicatrización en la retina, glaucoma, cataratas, daños importantes al nervio óptico, desprendimiento de retina y pérdida permanente de la visión.
¿Cómo se trata?
El enfoque para tratar la uveítis depende mayoritariamente de la causa subyacente que pueda tener, ya que es importante acabar con la condición de fondo para garantizar la completa y duradera remisión.
Así, por ejemplo, puede ser necesario aplicar gotas con medicamentos antibióticos o antivirales, si la causa es infecciosa, o inmunosupresores, cuando es de origen autoinmune.
Además de ello, se pueden emplear diferentes medicamentos antiinflamatorios o dilatadores de la pupila para detener los síntomas y ralentizar la progresión de la enfermedad.
En casos más raros, se puede recurrir a estrategias quirúrgicas, como la vitrectomía (extracción de parte del vítreo del ojo), colocación de implantes liberadores de medicamentos, reducción de la presión intraocular, o para la eliminación de cataratas si estas surgen.