Fuente: La Razón
Hubo un tiempo en que los humanos “caían como moscas” ante enfermedades como el cólera y la malaria. Afortunadamente, gracias a la ciencia, ahora contamos con un impresionante arsenal de medicamentos para combatir las innumerables enfermedades que asolan a nuestra especie. Se han necesitado muchas décadas y carreras de investigación y desarrollo, una inversión significativa de recursos y una gran cantidad de talento y suerte para realizarlos. Es la fabricación y extracción de medicamentos lo que nos da el lujo de seguir con nuestras vidas sin el miedo a las enfermedades que una vez diezmaron a nuestros antepasados. Pero antes de llegar a nuestras manos, los medicamentos requieren de un proceso de desarrollo, fabricación y acondicionamiento complejo, que implica varios procesos.
Primeras investigaciones
El viaje comienza en un laboratorio universitario donde los investigadores, con subvenciones de los organismos de investigación o de la industria farmacéutica, llevan a cabo investigaciones básicas para comprender los procesos detrás de una enfermedad, a menudo a nivel celular o molecular. Ya que es a través de una mejor comprensión de los procesos y vías de la enfermedad donde se identifican los objetivos de los nuevos tratamientos. Estos objetivos podría ser un gen o proteína fundamental para el proceso de la enfermedad con el que un nuevo tratamiento podría interferir, por ejemplo, bloqueando un receptor esencial.
Una vez que se ha identificado un objetivo potencial, los investigadores buscarán una molécula o compuesto que actúe sobre este objetivo. Históricamente, los investigadores han buscado compuestos naturales de plantas, hongos o animales marinos para proporcionar la base para estos fármacos pero, cada vez más, los científicos están utilizando el conocimiento obtenido del estudio de la genética y las proteínas para crear nuevas moléculas utilizando computadoras. La ventaja de esta forma de estudio es que se pueden considerar hasta 10.000 compuestos diferentes y reducirlos a solo a los diez que teóricamente podrían interferir con el proceso de la enfermedad.
El siguiente paso es confirmar que estas moléculas tienen efecto y que son seguras. Antes de administrarse en humanos, se realizan pruebas de seguridad y eficacia utilizando modelos computarizados, células y animales. En el Reino Unido, se requiere la aprobación de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) antes de que se pueda realizar cualquier prueba en humanos. La compañía presentará una solicitud de ensayo clínico (CTA), que será revisada por médicos y científicos, quienes decidirán si se ha realizado o no suficiente investigación preliminar para permitir que las pruebas en humanos continúen.
Ensayos clínicos
Si se concede una solicitud de CTA, la seguridad y la farmacología de un fármaco candidato se probarán primero en un pequeño grupo de voluntarios sanos en un ensayo de fase 1. Se administrarán pequeñas dosis del compuesto a un grupo de 20 a 100 voluntarios sanos que serán supervisados de cerca. Por lo general, al menos la mitad de los compuestos se considerarán lo suficientemente seguros como para avanzar a los ensayos de fase 2.
Los estudios de fase 2 examinan la eficacia de un compuesto en pacientes voluntarios que tienen la afección que el fármaco pretende tratar. Para evitar exponer innecesariamente a un voluntario a una sustancia potencialmente dañina, estos estudios utilizan la menor cantidad de pacientes posible para proporcionar el poder estadístico suficiente para determinar la eficacia, generalmente entre 100 y 500 pacientes, que son monitoreados y evaluados continuamente. El objetivo de los estudios de fase 2 es determinar la dosis y el método de administración más efectivos (por ejemplo, oral o intravenoso), el intervalo de dosificación apropiado y reconfirmar la seguridad del producto. La mayoría de los medicamentos que fallan durante los ensayos clínicos lo hacen en la fase 2 porque resultan ser ineficaces, tienen problemas de seguridad o efectos secundarios intolerables.
Los medicamentos que superen la fase 2 se probarán en una población mucho mayor de pacientes en los ensayos de fase 3, entre 1.000 y 5.000 y en varios países diferentes. El objetivo de estos ensayos de fase 3 es reconfirmar los hallazgos de la fase 2 en una población más grande e identificar la mejor forma de suministrarlo. Para hacer esto, la compañía farmacéutica necesita generar suficientes datos de seguridad y eficacia para demostrar un riesgo-beneficio general, que permite que se presente una solicitud de licencia a la autoridad reguladora. Por último, a pesar de las rigurosas pruebas que se realizan anteriormente, aproximadamente el 10% de los medicamentos seguirán fallando en esta etapa.