Fuente: La Razón
El queso tiene una serie de características que lo convierten en uno de los elementos indispensables de una dieta equilibrada y saludable. Contiene vitamina A y D, altas cantidades de calcio y fósforo, proteínas, ácido fólico, (...). Sin embargo, cuando hablamos de queso, hablamos solo del interior del queso, no de su cobertura. Cuando se trata de la corteza del queso, existen muchas dudas acerca de si son comestibles o no. Y la verdad es que no existe una respuesta sencilla. Así que lo mejor es empezar por el principio:
¿Para qué sirve la corteza del queso? Tiene una función protectora frente a los agentes externos, y permite que maduren y que se conserven adecuadamente. Además, evita la aparición de mohos indeseados y hace que la humedad permanezca en su interior sin secarse. Y en cuanto a su composición, podemos distinguir -esencialmente- entre dos tipos:
La primera, que es la que se genera de forma natural durante el proceso de curación y maduración de algunos tipos de queso, como en el brie o en el camembert. Este tipo de cobertura se desarrolla durante la fermentación en condiciones higiénicas. En ocasiones se utilizan algunos ingredientes darán cierto aroma y sabor al queso, como el aceite de oliva; algunas especias, como pimentón o pimientas, plantas aromáticas, (...).
Y la segunda, aquella cobertura que se añade artificialmente. Normalmente están hechas de pinturas antifúngicas y ceras que además son fácilmente reconocibles porque suelen tener colores muy llamativos, como rojo, negro o naranja. Tienen un aspecto plástico, con una textura regular y con mucho brillo.
¿Cuáles se pueden comer?
Ambas son comestibles. Es decir, ninguno de los tipos de corteza es tóxico, y su consumo no derivará en ninguna afección de gravedad. Ahora bien, los expertos recomiendan no ingerir las cortezas artificiales. En cambio, las cortezas naturales no solo son aptas para el consumo, sino que además sin ricas en bacterias y mohos que pueden resultar beneficiosos para la salud.
Ahora bien, debemos tener cuidado si estos quesos (por muy naturales que sean) han pasado por muchas manos. La composición misma de la cobertura no es en absoluto perjudicial, pero sí que lo son las manos del tendero que lleva varias horas toqueteando monedas, fumando, (...). Y lo mismo ocurre con las del transportista o con las de las decenas de personas que han entrado en contacto con el queso. Y esto es importante para cualquier producto alimenticio: si vamos a comerlo entero y sin discriminar, mejor que venga en un envoltorio adecuado.
Otra precaución que también debemos tener en cuenta es que la etiqueta no este pegada directamente sobre la superficie del queso, porque los pegamentos pueden dejar alguna sustancia perjudicial para nuestra salud.