Fuente: La Razón
La Ciencia confirma que el exceso de kilos no es un buen compañero de viaje cuando se trata de cuidar la salud. De hecho, el sobrepeso y la obesidad minan la calidad de vida y disparan las comorbilidades del 61% de los españoles, lo que acorta su esperanza de vida. Y ante la pregunta del millón de cómo frenar el aumento de kilos, un nuevo estudio pone sobre la mesa la mejor solución al confirmar los beneficios para la salud de las restricciones calóricas moderadas en los seres humanos. La gran novedad residen en que se ha identificado una proteína clave que podría aprovecharse para prolongar la salud en los humanos, tal y como publican los investigadores de la prestigiosa Universidad de Yale, en Estados Unidos, en un artículo publicado en la revista científica «Science».
En concreto, después de décadas de investigación está científicamente demostrado que la limitación de la ingesta de calorías en moscas, gusanos y ratones puede aumentar la duración de la vida en condiciones de laboratorio, pero lo cierto es que esta hipótesis no llegaba a corroborar si esa restricción calórica puede lograr los mismos efectos positivos en los seres humanos. Y fue precisamente partiendo de esa base como los investigadores han concluido el primer estudio controlado de restricción calórica en humanos sanos.
En primer lugar, para el ensayo, los investigadores establecieron primero la ingesta calórica de referencia entre más de 200 participantes en el estudio. A continuación, pidieron a una parte de esos individuos que redujeran su consumo de calorías en un 14%, mientras que el resto siguió comiendo como de costumbre, y analizaron los efectos a largo plazo de la restricción calórica en la salud durante los dos años siguientes. Pues bien, los resultados no dejan indiferente a nadie, ya que, dado que investigaciones anteriores han demostrado que la restricción calórica en ratones puede aumentar las infecciones, Vishwa Deep Dixit, catedrático de Patología, Inmunobiología y Medicina Comparada Waldemar Von Zedtwitz, y autor principal del estudio, también quería determinar cómo la restricción calórica podría estar relacionada con la inflamación y la respuesta inmunitaria.
«Porque sabemos que la inflamación crónica de bajo grado en los seres humanos es uno de los principales desencadenantes de muchas enfermedades crónicas y, por tanto, tiene un efecto negativo en la duración de la vida. Aquí nos preguntamos: ¿Qué hace la restricción calórica en los sistemas inmunológico y metabólico y, si es realmente beneficiosa, cómo podemos aprovechar las vías endógenas que imitan sus efectos en los humanos?» Pues aunque no resulta sencillo, los investigadores han conseguido aproximarse a una respuesta.
En concreto, Dixit y su equipo empezaron por analizar el timo, una glándula que se sitúa encima del corazón y produce células T, un tipo de glóbulo blanco y una parte esencial del sistema inmunitario. El timo envejece a un ritmo más rápido que otros órganos. Según Dixit, cuando los adultos sanos alcanzan los 40 años, el 70% del timo ya es graso y no funciona. Y a medida que envejece, el timo produce menos células T. «A medida que envejecemos, empezamos a notar la ausencia de nuevas células T porque las que nos quedan no son muy buenas para combatir nuevos patógenos. Ésa es una de las razones por las que las personas mayores tienen un mayor riesgo de enfermar», detalla el científico.
Cómo alargar la vida
Así, los investigadores descubrieron que las glándulas del timo de los participantes que limitaban la ingesta de calorías tenían menos grasa y un mayor volumen funcional después de dos años de restricción calórica, lo que significa que estaban produciendo más células T que al comienzo del estudio. Pero los participantes que no restringían sus calorías no tenían ningún cambio en el volumen funcional. «El hecho de que este órgano pueda rejuvenecerse es, en mi opinión, asombroso, porque hay muy pocas pruebas de que eso ocurra en los seres humanos. Que esto sea posible es muy emocionante», reconoce el investigador principal del informe.
Con un efecto tan notable en el timo, Dixit y sus colegas esperaban encontrar también efectos en las células inmunitarias que el timo producía, cambios que podrían subyacer a los beneficios generales de la restricción calórica. Pero cuando secuenciaron los genes de esas células, descubrieron que no había cambios en la expresión genética tras dos años de restricción calórica. Esta observación obligó a los investigadores a realizar un análisis en mayor profundidad, lo que reveló un hallazgo sorprendente: «Resulta que la acción estaba realmente en el microambiente del tejido y no en las células T de la sangre», subraya Dixit.
El equipo había estudiado el tejido adiposo, o grasa corporal, de los participantes sometidos a una restricción calórica en tres momentos: al principio del estudio, después de un año y después de dos. Fue así como vieron que algunos genes implicados en la prolongación de la vida en los animales podrían mejorar la respuesta metabólica y antiinflamatoria en los seres humanos. Se centraron en el gen de la PLA2G7, que era uno de los significativamente inhibidos tras la restricción calórica. Pues bien, resulta que la PLA2G7, que es una proteína producida por las células inmunitarias conocidas como macrófagos, podría estar relacionada con los efectos de la restricción calórica. Para comprender mejor si la PLA2G7 causaba algunos de los efectos observados con la restricción calórica, los investigadores también rastrearon lo que ocurría cuando se reducía la proteína en ratones en un experimento de laboratorio.
«Descubrimos que la reducción de PLA2G7 en ratones producía beneficios similares a los observados con la restricción calórica en los seres humanos», afirma Olga Spadaro, antigua investigadora de la Facultad de Medicina de Yale y autora principal del estudio. En concreto, las glándulas del timo de estos ratones fueron funcionales durante más tiempo, los ratones estaban protegidos del aumento de peso inducido por la dieta y estaban protegidos de la inflamación relacionada con la edad. «Estos resultados demuestran que el PLA2G7 es uno de los impulsores de los efectos de la restricción calórica. Identificar estos impulsores nos ayuda a comprender cómo el sistema metabólico y el sistema inmunitario se comunican entre sí, lo que puede indicarnos objetivos potenciales que pueden mejorar la función inmunitaria, reducir la inflamación y, potencialmente, incluso mejorar la vida».
«Hay mucho debate sobre qué tipo de dieta es mejor -baja en carbohidratos o en grasas, aumento de proteínas, ayuno intermitente, etc.- y creo que el tiempo dirá cuáles son importantes. Pero este estudio muy bien controlado demuestra que una simple reducción de calorías, y ninguna dieta específica, tiene un efecto notable en términos de biología y de cambio del estado inmuno-metabólico en una dirección que es protectora de la salud humana. Así que, desde el punto de vista de la salud pública, creo que da esperanzas», concluye la investigadora.