Fuente: La Razón
Cada minuto en Estados Unidos y cada seis minutos en Europa fallece una mujer por enfermedad cardiovascular. Esta es la primera causa de mortalidad en el sexo femenino por delante de otras enfermedades más asociadas a la mujer, como el cáncer de mama o la osteoporosis, según recoge la Fundación Española del Corazón.
En general, las enfermedades cardiovasculares suelen ser más graves en las mujeres. Por ejemplo, los varones tienen una probabilidad del 30% de morir por su primer infarto, mientras que en ellas esta cifra se eleva hasta el 50%. Una vez superado este primer infarto, el 25% de los hombres morirá durante el año siguiente, el porcentaje llega al 38% en mujeres.
Es de sobra conocido que el ejercicio físico que se practica de forma regular previene de enfermedades y accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares. No obstante, salir a correr, caminar a paso ligero o sudar en una bicicleta, no es la única manera de proteger el corazón y lograr una vida más larga.
El simple hecho de estar “levantado” realizando actividades rutinarias puede tener beneficios notables sobre el corazón. Este es la conclusión principal de un nuevo estudio que encontró que las actividades domésticas cotidianas, como lavar los platos, planchar, cuidar el jardín y cocinar y hasta actividades de cuidado personal, como vestirse o ducharse, también cuentan cuando se trata de ayudar a los mayores a mejorar su salud cardiovascular.
Para el trabajo, publicado en la revista “Journal of the American Heart Association”, un equipo multiinstitucional dirigido por investigadores de la Escuela de Salud Pública y Ciencias de la Longevidad Humana Herbert Wertheim de la Universidad de California en San Diego estudió el impacto de lo que se conoce como el movimiento de la vida diaria en la salud cardiovascular de más de 5.400 mujeres.
Las mujeres que realizaron al menos cuatro horas de estas actividades tuvieron un riesgo 43 % menor de enfermedad cardíaca, un riesgo 30 % menor de accidente cerebrovascular y un riesgo 62 % menor de morir por enfermedad cardíaca en comparación con las mujeres que realizaron menos de dos horas cada día.
“El estudio demuestra que todo movimiento cuenta para la prevención de enfermedades”, señala el primer autor de la investigación Steve Nguyen, Ph.D., MPH, becario postdoctoral en la Escuela de Salud Pública Herbert Wertheim. “Pasar más tiempo en el movimiento de la vida diaria, que incluye una amplia gama de actividades que todos hacemos mientras estamos de pie y fuera de nuestras sillas, resultó en un menor riesgo de enfermedad cardiovascular”.
Los investigadores utilizaron un algoritmo de aprendizaje automático para clasificar cada minuto que pasaban despiertos en uno de cinco comportamientos: sentarse, sentarse en un vehículo, quedarse quieto, moverse en la vida diaria o caminar o correr. El movimiento de la vida diaria abarca las actividades que ocurren al estar de pie y caminar dentro de una habitación o patio, como vestirse, preparar comidas o hacer jardinería.
Todas las participantes usaron un acelerómetro de grado de investigación durante un máximo de siete días para obtener medidas precisas de cuánto tiempo pasaron moviéndose y, lo que es más importante, los tipos de comportamientos comunes de la vida diaria que requieren movimiento.
Investigaciones anteriores generalmente se enfocaban en la intensidad y la duración de actividades como correr y caminar a paso ligero, mientras que el estudio actual midió movimientos más pequeños con intensidad variable durante actividades como cocinar.
Las mujeres tenían entre 63 y 97 años de edad y no tenían enfermedad cardiaca cuando comenzó el estudio. Después de aproximadamente 6,5 años de seguimiento, 616 fueron diagnosticadas con enfermedad cardiovascular (268 tenían enfermedad coronaria, 253 sufrieron un derrame cerebral y 331 mujeres murieron de enfermedad cardíaca o arterial).
“Gran parte del movimiento que realizan los adultos mayores está asociado con las tareas de la vida diaria, que habitualmente no es considerada actividad física”, apuntó la autora principal del estudio, Andrea LaCroix, profesora distinguida y jefa de la División de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública Herbert Wertheim. Y concluyó que “comprender los beneficios del movimiento de la vida diaria y agregarlo a las pautas de actividad física puede fomentar más movimiento”.