Fuente: La Razón
Durante años se nos han dado infinidad de consejos sobre una supuesta dieta equilibrada y saludable... que quizás no sean tan ciertos como pensábamos. Todas estas leyendas urbanas, mitos, modas pasajeras y estudios nutricionales sin fundamento se suelen extender como la espuma porque -al fin y al cabo- eso de comer es un asunto que nos incumbe a todos.
A continuación, tienes una lista con las 10 leyendas urbanas más extendidas sobre la alimentación que deberías desechar por completo:
1. No debes comer la fruta de postre
El mito que dice que debemos espaciar el consumo de frutas respecto al resto de comidas está muy extendido. Y sin embargo, no tiene ningún respaldo científico. En realidad, la fruta es un alimento absolutamente esencial en cualquier dieta equilibrada... y no viene con instrucciones de uso. Lo único que debemos hacer para consumir fruta de una manera saludable es masticarlas. Más allá de eso... todo lo demás es pura fantasía.
No hay ningún estudio que avale el mito de que, de alguna forma, la ingesta de fruta estorba a la digestión de otros nutrientes. Los componentes nutricionales de la fruta también se encuentran en otros muchos alimentos vegetales y nadie matiza si debemos comerlos en uno u otro momento del día.
2. Las dietas sin gluten son más saludables
En los últimos años, hemos observado como ha crecido una tendencia a consumir alimentos comercializados con la etiqueta “sin gluten”. Es una moda que atrae a muchos consumidores, pero no hay evidencia de que la dieta sin gluten sea beneficiosa para todas las personas. Evidentemente, para los celiacos no solo es más saludable... sino que es la única opción. Pero eso no significa que sea así para el resto de personas.
3. ¡Tómate rápido el zumo! que se van las vitaminas
Las madres nunca se equivocan... nadie debería dudarlo. Sin embargo, sí que pueden llegar a ser un poco exageradas. La afirmación de que la Vitamina C se oxida con la exposición a la luz solar es totalmente cierta, pero no ocurre con la velocidad que se nos ha vendido... no hace falta que nos atragantemos para evitar que se pierdan las vitaminas.
La evidencia científica dice que, desde que servimos un vaso de zumo hasta que se pierde totalmente el contenido de Vitamina C, tienen que pasar 12 horas. Y además, no se modifican en absoluto el resto de micronutrientes. En conclusión, no hay necesidad de ponerse nervioso, puedes estar 20 minutos mirando el vaso, que no va a pasar nada.
4. Hay que comer cinco veces al día
Hemos escuchado muchas veces que “realizar cinco comidas diarias es fundamental para una salud”. Sin embargo, la ciencia lo ha desmentido en muchas ocasiones. De hecho, lo que puede ocurrir es que comer más veces al día podría predisponer a la obesidad. Lo importante no es el número de ingestas diarias, sino la calidad de los productos que comemos.
Y demandar que una persona que está acostumbrada a las típicas tres comidas haga cinco, puede significar un aumento de calorías que empeore su salud. Esto no significa, en absoluto, que comer cinco veces al día sea malo per sé, lo que es perjudicial es forzar la maquinaria para ajustarse a unos estándares de moda.
“Hacer cinco comidas al día y desayunar puede ser una práctica totalmente saludable, siempre y cuando hagamos elecciones alimentarias saludables y nutritivas en esas comidas. Pero de igual forma, hacer menos comidas al día, e incluso prácticas de moda como el ayuno intermitente, también pueden ser igual de saludables si las elecciones de alimentos son buenas y se planifica bien la dieta”, explicaba a ‘El Español’ la secretaria científica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), Andrea Calderón.
5. No puedes comer huevos si tienes el colesterol alto
Aumento de colesterol, problemas cardiovasculares, dolencias en el hígado... son sólo algunas leyendas que han contribuido a rodear a este alimento de una mala fama injustificada. Lo cierto es que “es un alimento con una gran riqueza de nutrientes y su consumo, unas tres raciones a la semana, es compatible con una dieta cardiosaludable, siempre y cuando la ingesta de grasa saturada se encuentre dentro de los niveles recomendados”, asegura Teresa Valero, miembro de la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Y añade: “Se trata de la fuente de proteínas más equilibrada de nuestra dieta e -incluso- se toma como un patrón de referencia para determinar la calidad proteica de otros alimentos. En muchas ocasiones, el problema de una dieta rica en colesterol se debe más a los alimentos ricos en grasas saturadas que al propio consumo de huevo”.
En conclusión, resulta más importante limitar la ingesta de grasas trans y de otros alimentos, como aquellos que tienen azúcares, alcohol o hidratos de fácil asimilación, para mantener a raya los niveles de colesterol; que limitar el consumo de huevos.
6. Una copita de vino al día es buena para tu salud
No hay estudios concluyentes para afirmar que los beneficios globales de un consumo moderado de alcohol superen a sus perjuicios, ni motivos para generalizar ese consejo. Esta idea falsaria se construyó a raíz de los compuestos fenólicos presentes en el vino tinto, como el resveratrol; que en realidad no tienen ningún efecto positivo sobre el organismo.
Y el hecho de que se trate de vino, no significa que sea diferente del resto de bebidas alcohólicas. Que siempre tienen efectos perniciosos, aunque la dosis sea mínima. La evidencia científica apunta a que cantidades reducidas de etanol siguen deteriorando la salud, reduciendo la esperanza de vida y aumentando las probabilidades de desarrollar algunas afecciones, como el cáncer.
7. Si quieres adelgazar, no tomes hidratos
Sí que es cierto que repensar la proporción de hidratos que se consumen, en comparación con las proteínas, siempre es necesario para cualquier dieta de adelgazamiento. Ahora bien, no es lo mismo reducir la cantidad de hidratos de carbono, que eliminarlos por completo.
De hecho, incluirlos en la dieta de adelgazamiento puede ser muy beneficioso. Eso sí, todo dependerá de la calidad de los hidratos elegidos. No son lo mismo aquellos ricos en azúcares, que aquellos que ofrecen hidratos complejos y fibra.
8. Los adultos no deben beber leche
No hay motivo alguno para prescindir de la leche, salvo que haya una condición médica que así lo justifique. Por el contrario, la leche es un alimento que aporta a nuestra dieta una beneficiosa combinación de calcio y fósforo, muy recomendable para la vida adulta y sobre todo si se padece osteoporosis.
Uno de los mitos más extendidos en torno a este alimento es que los seres humanos somos los únicos animales que bebemos leche después de la lactancia. Pero conviene aclarar que esto no ocurre porque los animales sepan que es una bebida poco recomendable para su salud, sino que ocurre -más bien- porque no disponen de pulgares oponibles... o de la capacidad logística para extraer el alimento de las mamas de cualquier otro animal.
El doctor Sergio Calsamiglia Blancafort, catedrático de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, asegura lo utiliza en sí que suministra leche a sus pacientes adultos porque “el cáncer de colon se reduce en un 34 por ciento gracias al calcio, la vitamina D y el ácido linoleico conjugado. Gracias a la ayuda del calcio para digerir la grasa, proporciona menos digestiones pesadas”, dice.
9. Comida a la plancha, el remedio definitivo contra la grasa
La queja más común en las dietas de adelgazamiento es que la comida y las recetas pensadas a tal efecto son insípidas y que no tienen ningún “color”...y es normal que la gente proteste. Porque se ha extendido la idea de que cocinar a la planta es la única alternativa para poder cocinar alimentos saludables.
Y así es normal que quién inicia una dieta de adelgazamiento la abandone rápidamente. Si buscamos una rutina que sea sostenible, tenemos que hacer que sea soportable. Por eso, la recomendación de los expertos en nutrición es que optemos también por otras opciones saludables que abrirán todo un mundo de posibilidades, como la cocción al horno, al vapor, (...).
De hecho, si hacemos que una comida sea más sabrosa, no solo será más fácil y agradable de comer, sino que también será mucho más nutritiva (si elegimos bien los ingredientes, claro).
10. Lo único que hay que hacer para adelgazar es dejar de comer
Esta afirmación suele ir acompañada de cierto elemento despectivo... además de un profundo desconocimiento del funcionamiento del cuerpo humano. La obesidad no es únicamente un problema de falta de fuerza de voluntad, en realidad es una enfermedad compleja donde hay muchos elementos relacionados.
Lo recomendable es llevar una dieta variada y suficiente, con alimentos de todos los grupos, de preferencia siete raciones de verduras, cinco de frutas, tres de proteínas y pocas cantidades de grasa. Prescindir de la comida tiene consecuencias físicas perjudiciales como la disminución de tejido muscular, falta de algún nutrimento, así como desnutrición, diabetes e hipertensión.