Fuente: La Razón
La primavera es, para muchas personas, una época de estornudos, congestión y goteo nasal, pero no siempre resulta fácil distinguir si estos síntomas son producto de un resfriado o de la alergia al polen, que, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), afecta a ocho millones de personas en nuestro país.
Como explica Julio Maset, médico de Cinfa, «aunque cada una de estas afecciones cuenta con síntomas específicos, algunos de ellos coinciden, por lo que muchas personas pueden estar convencidas de que padecen resfriados recurrentes, cuando, en realidad, sufren alergia a las gramíneas, el olivo o cualquier otra variedad de polen. Es muy importante saber distinguir ambas patologías para poder elegir el tratamiento más eficaz para cada una y, al mismo tiempo, evitar un uso incorrecto de los medicamentos».
Los resfriados comunes son infecciones respiratorias causadas por virus. Se caracterizan normalmente por estornudos, tos, mucosidad abundante, congestión nasal con moco fluido y dolor de garganta. También suele haber malestar y cansancio leve o moderado. La fiebre es poco frecuente y, si aparece, es baja.
En cambio, como detalla el doctor, «la alergia al polen, que es una reacción desmesurada del sistema inmunológico frente a una sustancia inofensiva para otras personas, se caracteriza también por los estornudos y la congestión y la secreción nasal acuosa; no obstante, otros de sus síntomas típicos, como el picor de garganta y de nariz y el lagrimeo de ojos, no aparecen en el resfriado. Otra diferencia respecto a los catarros es que no hay dolores, fiebre o malestar, si bien la fatiga y la tos sí pueden presentarse ocasionalmente, especialmente si hay asma alérgica».
No solamente los síntomas brindan la clave para diferenciar entre una alergia y el resfriado; el momento de aparición y su duración pueden también ayudar a distinguirlos: el resfriado suele resolverse en una semana o diez días. En cambio, la alergia durará todo el tiempo que permanezca el alérgeno en el ambiente; a menudo, semanas o incluso meses, como suele ocurrir en primavera con el polen. «Precisamente –continúa el experto de Cinfa–, en esta época del año es cuando más debemos observar si esos síntomas que creemos catarrales se agudizan cuando salimos al exterior. Si eso ocurre, es probable que se trate de una alergia al polen».
A la hora de tratar ambas afecciones, las medidas también son distintas. Ante un resfriado, consisten en reposo, tomar abundantes líquidos para una rehidratación adecuada y, si es necesario, el uso de analgésicos y/o descongestivos nasales que ayuden a mitigar las molestias. El tratamiento de la alergia puede incluir igualmente el uso de descongestivos, pero se basa en controlar los síntomas mediante antihistamínicos, que deben ser pautados por un especialista en Alergología.
Cómo evitar el polen