Fuente: Las Provincias
Hay regalos en la niñez que nunca se olvidan, y que incluso pueden marcar lo que seremos en el futuro. Es lo que le ocurrió a Alberto Castillo cuando su padre le dio un robot y después un avión teledirigido que él mismo había construido. Tuvo claro que quería ser ingeniero como su padre y más tarde supo que su camino iba a ser el de la investigación. Una ilusión que a base de constancia le ha valido labrarse una carrera en continuo crecimiento y que le ha abierto las puertas de la prestigiosa Universidad de Virginia en Estados Unidos.
Este valenciano de 29 años ha conseguido una beca de dos años para trabajar en un proyecto de diseño de un páncreas artificial con el que mejorar notablemente la vida a las personas diabéticas. «Mi especialidad es el diseño de un algoritmo de control, en este caso sobre la diabetes, se trata de conseguir industrializar este proceso, programar en el móvil un algoritmo de control para que el proceso de medir la insulina sea automático y el teléfono le avise a la persona cuándo tiene que ponerse», explica Alberto. «El diseño de esos algoritmos es muy complejo, varía en función de cada persona y yo estoy diseñando esa rama. Mi investigación es que esos algoritmos aprendan el comportamiento de la persona, con un sensor de glucosa y de insulina y se vayan adaptando», señala.
De esta forma, sería el propio controlador el que automáticamente detectase cuándo el paciente está comiendo y le inyectase insulina para prevenir la hiperglucemia postpandrial. «Yo diseño estos algoritmos para identificar cuándo el paciente está comiendo y para decidir cuánta insulina es apropiado inyectarle».
Alberto llegó a este proyecto, llamado 'RocketAP' casi por casualidad, porque él estaba investigando sobre drones en la UPV. ¿Y qué tienen que ver los drones con la diabetes? «Esa misma investigación la aplicaba antes a drones. En el fondo el diseño es igual, lo que cambia es dónde hacerlo. La inteligencia artificial la pueden aplicar en una fotografía o para predecir el mercado de valores, lo que cuesta es poner en funcionamiento el algoritmo, los datos. Cuando me hablaron del problema con el control de la glucosa, me di cuenta de que se podía sacar con el mismo modelo de algoritmo, así que yo propuse que podría investigarlo de la misma forma», asegura.
Alberto, que estará en Virginia hasta finales de 2023, es graduado en Ingeniería Industrial e hizo la tesis sobre algoritmos de control automático para estudiar estos aparatos voladores. Pero un colaborador de la UPV tenía el contacto de investigación del grupo de control de glucosa en Virginia. «Me interesé, vi que podía hacerlo y presenté un proyecto viable para estar allí», comenta. «En EE UU se valoró muy bien mi propuesta porque el tema de la glucosa está muy de moda, las personas diabéticas van en aumento por el alto consumo de azúcar que hay, y se espera que siga creciendo», argumenta.
El valenciano está disfrutando de la experiencia en Virginia, una ciudad «bonita, tranquila pero cara» y tiene la suerte de poder compartirla con su mujer, también valenciana, que ha encontrado trabajo como profesora de español en un colegio. Pero inevitablemente piensa en qué ocurrirá cuando se le acabe la beca. «Me fijo en qué puede necesitar más la sociedad, porque el sector de los drones ya está muy copado, así que con unos amigos, también valencianos, estamos desarrollando una startup», apunta.
Se trata de un proyecto llamado 'Kimera technologies' que espera que dé sus frutos en unos años. «Estamos en una fase muy inicial, pero va de conseguir que los ordenadores entiendan el contenido de la fotografía, y así podemos utilizarlo para que etiqueten fotos, diseñar buscadores de vídeos, porque ahora hay poco en el mercado de este tipo, es un campo muy reciente. A partir del 2020 está habiendo un avance y hay algoritmos de buena calidad, dentro de 5 años será algo bastante extendido y queremos meternos en eso». Formado por ocho personas, busca llevar a las empresas los avances que están dándose en Inteligencia Artificial.