FUENTE: El Mundo.
¿Está pensando en dejar de fumar? Pues no espere más y hágalo sin pasos intermedios. Tendrá más éxito si abandona este hábito de golpe que si trata de reducir la cantidad de cigarrillos poco a poco hasta dejar de fumar definitivamente. Así lo sentencia un estudio que acaba de publicar la revista científica Annals of Internal Medicine.
Aunque la mayoría de los expertos y las guías mundiales recomiendan alejarse del tabaco sin medias tintas, en un solo paso, parece que a muchos de quienes tienen la intención de despedirse del cigarrillo les consuela hacerlo de forma gradual. Con la intención de analizar cuál es el mejor método, un equipo de médicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) ha analizado los casos de 697 personas que querían dejar de fumar. Se dividieron en dos grupos correspondientes al 'cese abrupto' y al 'cese gradual'. Los primeros, se deshacían del tabaco de la noche a la mañana, mientras que los segundos determinaban una fecha definitiva y durante las dos semanas previas, iban disminuyendo el consumo diario de cigarrillos hasta alcanzar la meta Cero.
En ambos casos, todos los participantes recibieron asesoramiento, apoyo y acceso a los parches de nicotina y a la terapia de reemplazo de nicotina, tales como los chicles. Una vez logrado el objetivo, se les hacía un seguimiento cada semana durante un mes y después de seis meses. Los investigadores les pasaban un cuestionario y además tomaban mediciones de la cantidad de monóxido de carbono que respiraban los participantes en su entorno, para poder corroborar que efectivamente habían dejado de fumar.
A las cuatro semanas, el 39% del grupo del cese gradual se mantenía lejos del tabaco, en comparación con el 49% de los miembros del equipo del cese abrupto. En definitiva, cumplían con mayor éxito su intención. A los seis meses, los porcentajes eran del 15,5%, entre quienes iban poco a poco, frente al 22%, entre quienes se despedían a la francesa de sus cajetillas. Estos últimos "eran un 25% más propensos a dejar de fumar", según reza el artículo.
"Encontramos claras evidencias de que abandonar el tabaco de forma abrupta daba mejores resultados que de forma gradual, tanto a corto como a medio plazo", concluye Nicola Lindson-Hawley, principal autora de esta investigación, financiada por la Fundación Británica del Corazón. Quienes optaban el consumo cada vez menor de cigarrillo eran menos propensos a mantener la abstinencia al hábito de fumar. La literatura científica previa también apuntaba a esta idea, pero "nuestros resultados son incluso superiores".
Los autores apuntan a la motivación como una de las razones posibles que explican esta diferencia de métodos. Tal y como explica Carlos Jiménez, neumólogo y director del programa de investigación de tabaquismo de la Sociedad española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), es posible que "el que va a dejar de fumar de golpe esté mucho más motivado". Generalmente, los que optan por abandonar este hábito de forma gradual "tienen mayor grado de dependencia, lo han intentado un mayor número de veces y han fracasado. Se encuentran más perdidos si piensan en dejar de fumar de un día para otro".
En este punto, cabe señalar que este estudio tiene una limitación, apunta el experto español al comentar este trabajo. Los participantes con los que se ha trabajado querían dejar de fumar, pero "no se ha centrado en quienes voluntariamente eligen hacerlo poco a poco". En la literatura científica existen estudios que encuentran mejores resultados cuando se abandona el tabaco de un día para otro y otros trabajos matizan que lo importante es que sea la persona quien escoja el método.
Según argumenta Lindson-Hawley, para "las personas que no se ven dejando de fumar de golpe, mejor que no hacer nada es ir reduciendo la cantidad de cigarrillos de forma gradual, pero potenciando el apoyo para aumentar las posibilidades de triunfo".
Lo que está claro es que la decisión de dejar de fumar es la más saludable que un fumador puede tomar en su vida. "Los beneficios empiezan a verse desde las primeras 24-48 horas y se siguen manifestando a lo largo del proceso de abandono, hasta el punto de que a los 15 años, las posibilidades de cáncer de pulmón en un ex fumador son las mismas que en una persona que no ha fumado nunca, y el riesgo de infarto comienza a reducirse desde que el afectado dejar de fumar", explica Jiménez.