Fuente: La Razón
La nutrición y la actividad física son fundamentales en el tratamiento del paciente con cáncer hematológico. Detectar precozmente la desnutrición y la pérdida de masa muscular permite intervenir de forma temprana para revertir sus efectos directos y así poder disminuir las complicaciones y mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
«Existe un síndrome, llamado constitucional, que es frecuente en los pacientes que sufren una enfermedad oncológica, tenga el origen que tenga. Se caracteriza por el cansancio, la pérdida de peso y de apetito, por lo que prácticamente todas las personas que padecen cáncer van a comer menos y van a realizar menos actividad física que en su situación previa al diagnóstico», explica el doctor Javier Cornago, coordinador del proyecto RHeNutrir en el Servicio de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz.
En concreto, «la pérdida de apetito afecta al 20-40% de los pacientes en el momento del diagnóstico y hasta el 70-80% en fases más avanzadas del tratamiento», precisa el doctor.
En el momento del diagnóstico, la pérdida de apetito afecta al 20-40% de los pacientes, Dr. Javier Cornago, coordinador del proyecto RHeNutrir.
Con el fin de ofrecer una valoración integral y monitorización multidisciplinar a los pacientes con cáncer hematológico, la Fundación Jiménez Díaz puso en marcha RHeNutrir, la primera unidad de atención nutricional y funcional del paciente oncohematológico.
«Hablamos de personas diagnosticadas de leucemia aguda, linfoma o mieloma múltiple que van a afrontar tratamientos basados en quimioterapia, inmunoterapia y/o radioterapia. Algunos de ellos, además, precisarán someterse a un trasplante de células madre hematopoyéticas, autólogos o alogénico», afirma el doctor Cornago.
A través de este programa, los especialistas clasifican, mediante escalas de cribado, el riesgo de desnutrición que presenten los pacientes, tengan la edad que tengan, en un primer momento. Y después se profundiza.
El objetivo «es poder identificar a los pacientes en riesgo antes de que se instaure la desnutrición como tal y sea más complicado revertir la situación», explica la doctora Carolina Dassen, responsable del proyecto en el servicio de Nutrición.
La valoración inicial se realiza cuando se confirma el diagnóstico de hemopatía maligna, ya sea en hospitalización o en consulta externa. «La estratificación y especialmente la intervención temprana en la desnutrición y la sarcopenia (disminución de la fuerza y masa muscular) son fundamentales para obtener buenos resultados, ya que mejorar el estado de los pacientes en estos aspectos les permite afrontar mejor los tratamientos propuestos», recuerda el coordinador del proyecto.
Ahora bien como la situación de estos pacientes cambia, es importante reevaluarlos: «En la planta de hospitalización se lleva a cabo semanalmente y en la consulta externa cada tres meses. Se trata de que ningún paciente que lo necesite quede fuera del circuito», incide el doctor.
De la misma forma, RHeNutrir incorpora una valoración funcional articular de los pacientes mediante distintas escalas y balances musculares como el test de sentarse y levantarse de una silla durante 30 segundos, ver la capacidad de los pacientes para levantar un peso de 4,5 kg, cruzar una habitación caminando, subir escaleras, pasar de la silla a la cama y el número de caídas en los últimos 12 meses.
El resultado de este cribado permite a los profesionales «realizar programas de entrenamiento individualizado, lo que favorece una mejora del estado anímico, evita rigideces articulares y debilidad muscular por inmovilización», explica la doctora Ástrid Teixeira, coordinadora del programa RHeNutrir en el Servicio de Rehabilitación, junto al equipo de fisioterapeutas que ejecutan los programas de ejercicio con el paciente.
Para poder llevar a cabo las tablas de ejercicio prescrito, cada habitación está dotada de poleas, pedalinas y mancuernas de diferentes pesos, según las recomendaciones de los rehabilitadores. Además, a cada paciente se le entregan bandas elásticas y un plan de entrenamiento con ejercicios por grupos musculares, que pueden llevarse a su domicilio para seguir haciéndolos tras el alta hospitalaria.
Por otro lado, el adulto mayor de 70 años precisa una valoración y seguimiento específicos. De ahí que a ellos se les haga, además, una valoración geriátrica.
Preguntado sobre el éxito de este programa por el que han pasado más de cien pacientes en el último año, el doctor Cornago asegura que «los datos preliminares en cuanto a composición corporal corroboran que se puede conservar la masa celular y muscular prácticamente intacta a pesar de someterse a un proceso como es el trasplante de progenitores hematopoyéticos».