Fuente: La Razón
Las bondades de la lactancia materna están más que demostradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y ahora hay un argumento más para defender a capa y espada la «teta» como alimento prioritario en los primeros meses de vida siempre que se pueda, ya que un equipo de investigadores españoles ha logrado descubrir por qué se convierte en un escudo frente a la obesidad en la edad adulta.
En concreto, evidenciar que las crías de roedores que se alimentan con lactancia materna durante más tiempo tienen menos probabilidades de ser obesas durante su madurez, incluso expuestas a una dieta rica en grasas, ha sido el último hito científico del equipo de investigadores gallegos del Ciber de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CiberOBN), el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de USC (CiMUS) y el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS). El trabajo, que ha sido publicado esta semana en la revista científica «Nature Metabolism», ha sido dirigido por Luisa María Seoane, y cuenta con la colaboración de grupos internacionales de Francia y Alemania. «Estamos muy satisfechos porque, por primera vez, hemos descrito el mecanismo mediante el cual la lactancia protege frente al desarrollo de obesidad con efectos a largo plazo en la edad adulta», asegura Seoane.
Los resultados demuestran que las crías de roedores mantienen este efecto protector incluso expuestas a dietas con alto contenido calórico. Este fenómeno puede explicarse, según los autores, «por la liberación de una proteína conocida como factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21) desde el hígado, que puede llegar al hipotálamo, la región del cerebro que desempeña un papel clave en el control del consumo y la utilización de energía en el organismo. Una vez en el hipotálamo, el FGF21 activa los receptores de dopamina, un neurotransmisor con múltiples funciones biológicas. Esto, a su vez, conduce a una mayor actividad de la grasa parda, capaz de quemar calorías, y por tanto, de ocasionar un mayor gasto energético».
Aunque se ha estudiado ampliamente el impacto de la nutrición materna en la descendencia, los mecanismos por los que la lactancia materna influye en el equilibrio energético a lo largo de la vida todavía no se conocían. «Nuestro trabajo describe por primera vez la existencia de un mecanismo alterado por la lactancia materna con efectos permanentes hasta la edad adulta y que involucra tanto a órganos periféricos, como el hígado o tejido adiposo y al cerebro», explica la investigadora principal del CiberOBN. A pesar de que se trata de la primera vez que se describe el mecanismo responsable de los efectos beneficiosos de la lactancia materna y esto constituye un logro sin precedentes, los investigadores reconocen que «se necesitan investigaciones futuras para determinar si estos efectos ocurren también en humanos a través de estudios clínicos y comprender mejor los beneficios metabólicos a largo plazo de la lactancia materna».
El reto es apasionante, ya que «la obesidad constituye una pandemia que afecta a todos los países, a todas las edades y a todos los grupos sociales. Sin embargo, cada vez se inicia a edades más tempranas, lo que supone un riesgo importante para la salud del niño y de este cuando sea adulto», advierte Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.
Un problema en auge
El exceso de peso afecta a cuatro de cada diez niños y tres de cada diez adolescentes en España y quienes viven en hogares con rentas bajas tienen el doble de posibilidades de desarrollar esta patología. «Para revertir y prevenir esta situación hay que identificar los grupos vulnerables e implementar estrategias de prevención y establecer un recorrido asistencial entre la Pediatría de atención primaria y la hospitalaria para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los niños y adolescentes con obesidad, estableciendo unidades especializadas con enfermería, dietistas y graduados en actividad física», asegura Leis.