Si los niños se caen con frecuencia, si caminan de puntillas, si se tocan mucho los pies, si desgastan los zapatos o si apoyan los pies hacia dentro son algunas señales para acudir a la consulta del podólogo
La salud de los pies no debe pasarse por alto y en el caso de los niños, menos. Cualquier anomalía puede desembocar en futuras dolencias, como dolores de espalda, de piernas o, incluso, puede condicionar la maduración de su marcha.
Atento a estas señales de atención
El Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPV) ha querido visibilizar las cinco señales de atención en los pies de los más pequeños. Maite García, vicepresidenta de la organización ahonda en estos factores:
- Caídas frecuentes. El principal signo de alarma para los padres es que los niños se caigan de forma recurrente a partir de los dos años (es decir, una vez que anden por sí solos). La experta señala que las caídas pueden deberse a factores como la falta de visión, de coordinación o del propio calzado. He ahí la importancia de acudir a consulta: discernir el por qué e intentar atajarlo.
- Andar de puntillas. En estos casos lo primordial es valorar si se trata o no de un problema neurológico. Este frecuente “vicio”, señala García, puede provocar un acortamiento del talón de Aquiles, por lo que hay que explorar el origen y ponerle remedio.
- Tocarse mucho los pies. Los niños no se comunican de forma clara y concisa como lo pueden hacer los adultos. Puede ser porque se le haya clavado la uña, porque suda mucho (hiperhidrosis), porque les pica (por una posible infección), porque le queda el zapato pequeño o es incómodo…
- Desgaste de los zapatos. Si los zapatos duran menos de dos meses es esencial acudir a un experto. Y es que cuando el desgaste de los zapatos es excesivo y, sobre todo, lateralizado significa que el pie no está siendo apoyado de forma correcta, por lo que un experto debe valorar el problema.
- Que camine con los pies muy hacia dentro. Vuelve a ser una cuestión de apoyo. Acudir a un especialista para que estudie la pisada del niño es esencial en este sentido.
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