Las infecciones vulvovaginales o vulvovaginitis suponen una inflamación de la mucosa vaginal y de la piel vulvar, si bien no siempre afecta a ambas zonas de forma simultánea.
Estas infecciones pueden presentar diversos síntomas y signos en función del tipo de infección, siendo los más frecuentes: prurito (picor), ardor, dolor (vulvodinia), eritema (enrojecimiento de la piel), edema inflamatorio de piel y mucosas, y aumento de la secreción vaginal con características diferentes según el agente causante.
Según la SEGO, en la actualidad se considera que las alteraciones de la microbiota vaginal son el eje fundamental de la fisiopatología de las infecciones vaginales.
“En la práctica clínica no siempre es posible determinar las causas etiológicas ni los factores desencadenantes de este tipo de infecciones, mientras que el tratamiento puede no ser el adecuado ya que a veces es la propia mujer quien se autodiagnostica y trata, teniendo como consecuencia la aparición de recaídas o repetición de la infección”, lo que supone un problema para la paciente, pero también para el especialista que la trata, apunta esta sociedad médica.
Esta es la razón por la que la SEGO ha lanzado esta guía práctica, un documento pionero en España, con el fin de mejorar y favorecer la atención clínica de las mujeres que padecen estas infecciones, entre el 40 y el 50 % las sufren al menos dos veces en su vida.
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