La vocación sanitaria de ayudar a las personas siempre está presente en la profesión farmacéutica, bien sea para estar en la oficina de farmacia mejorando la salud de los pacientes que acuden allí como para presidir una asociación que presta apoyo a las familias con niños que han sido identificados con altas capacidades intelectuales.
Así lo ve el farmacéutico de Aldaia, José Antonio Domínguez, quien tras detectar que su hija presentaba altas capacidades intelectuales decidió involucrarse más en este aspecto, primero formando parte de la junta directiva de la Asociación Valenciana de Apoyo al Superdotado y Talentoso (AVAST), y tiempo después como presidente de la entidad.
Y aunque a veces cuadrar turnos en la farmacia es complicado, sobre todo entre semana, José Antonio siempre saca tiempo para prestar apoyo a las familias cuyos hijos han sido identificados con altas capacidades intelectuales, dar visibilidad a este tipo de capacidades y colaborar con la formación de los profesionales de la educación (profesores, pedagogos, psicólogos y orientadores) o reunirse con la Administración para trasladar los problemas del colectivo con el objetivo de mejorar la atención que reciben estos alumnos en el colegio.
Si bien puede parecer que ser presidente de una asociación como AVAST dista mucho de ser farmacéutico, Domínguez lo tiene claro; “Igual que los farmacéuticos sabemos escuchar, entender y empatizar con todo aquello que les pasa a nuestros pacientes e intentamos resolver sus problemas de salud, cuando los asociados me cuentan los problemas que tienen en su día a día en el ámbito educativo intento defender las necesidades que presenta el colectivo de altas capacidades frente a las administraciones públicas”.
No obstante, todavía queda mucho por hacer, sobre todo respecto al sector educativo. La falta de protocolos de detección e identificación temprana, la falta de recursos y personal específico para que el alumnado pueda ser atendido correctamente para recibir el apoyo y la estimulación necesaria o la falta de seguimiento y control de esos niños son algunas de las carencias detectadas.
Porque detectar si un niño tiene altas capacidades en edades tempranas no suele ser fácil, aunque las sospechas por parte de los padres se hacen visibles cuando sus hijos empiezan a hablar antes de lo habitual y con un vocabulario muy rico, aprenden a leer pronto y con poco ayuda o son muy curiosos. Es entonces cuando los progenitores solicitan ayuda al orientador escolar para que les hagan las pruebas pertinentes.
“Lo ideal sería que todos los niños que empiezan primaria pasaran una evaluación previa para conseguir identificar y atender lo más pronto posible al alumnado con altas capacidades intelectuales y que no llegue a fracasar en el colegio ni desarrolle problemas emocionales o sociales”, asegura el farmacéutico valenciano.
En definitiva, los padres lo que queremos es que nuestros hijos crezcan de manera feliz, por eso “cuando descubrimos que algunos de sus compartimientos problemáticos, su bajo rendimiento académico o la desmotivación está asociada a que son superdotados nos ayuda a entender estos comportamientos para poder apoyarlos en lo que necesiten” afirma el presidente de la AVAST.