El esfuerzo de los farmacéuticos y voluntarios permitió que la población afectada tuviera acceso a su medicación sin interrupción

Fuente: Levante EMV

La profesión farmacéutica se vio duramente golpeada por la trágica dana del 29 de octubre. Un total de 421 farmacias se vieron afectadas y casi un centenar fueron completamente arrasadas, pero ello no impidió que desde el primer día se siguiera garantizando el acceso a la medicación a las más de 800.000 personas que sufrieron las terribles consecuencias.

En una situación extrema y de dificultades solo imaginables por todas aquellas personas que desgraciadamente las han sufrido, los farmacéuticos fueron el perfecto ejemplo de resiliencia y vocación por seguir al pie del cañón, a pesar de todo lo vivido y soportado, para que a ninguna persona le faltara su medicación. Su labor, como los profesionales sanitarios más próximos, sin duda fue clave para ayudar a la población a empezar a ver un poco de luz al final de un túnel que no parecía tener salida. El simple hecho de que los vecinos se asomaran a sus ventanas y vieran que la farmacia -su farmacia- estaba disponible, aun a pesar de los escombros, el lodo y de contar con recursos mínimos, ayudaba a transmitirles cierta ‘normalidad’ y ‘tranquilidad’ dentro de todo el desolador y terrible caos que estaban viviendo.

Una labor clave la de estos profesionales sanitarios que no habría sido posible sin la ayuda de los cientos de farmacéuticos voluntarios que realizaron tanto tareas de limpieza como de dispensación y atención ciudadana en las farmacias afectadas. Podría faltar la luz, el mobiliario o la misma cruz de la farmacia, pero lo que nunca faltó fue la vocación y el sacrificio por parte del colectivo farmacéutico para seguir asistiendo a la población como sanitarios. Sí, la luz verde se apagó en muchas farmacias, pero lo que nunca se apagó fue la voluntad de servicio público para dar respuesta a las necesidades de los pacientes.

Con ese objetivo de no dejar de atender a los ciudadanos en las zonas afectadas, el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF) trabajó desde el primer momento en coordinación con la Administración, lo que permitió, por ejemplo, facilitar la retirada de la medicación con el DNI o realizar acciones como la atención farmacéutica domiciliaria junto con Cruz Roja para garantizar ese acceso a los medicamentos a pacientes que tuvieran dificultades para acercase a su farmacia.

Todo ese esfuerzo y trabajo hizo posible que, apenas una semana después de la tragedia, hubiera en todos los municipios afectados al menos una farmacia ofreciendo servicio a la población. Algo impensable sin ese innegable sacrificio por parte del colectivo farmacéutico y que evidencia la esencial labor que como profesionales sanitarios realizan en beneficio de la salud de las personas. El Sistema Nacional de Salud (SNS) no puede permitirse el lujo de no contar de forma definitiva con las farmacias, un eslabón clave que se mantiene firme a pesar de las dificultades.

Queda mucho para volver a la normalidad. Desde el MICOF a través de la Fundación Sustainable Pharmacy se siguen canalizando las donaciones recibidas en el fondo de recuperación habilitado para ayudar a farmacias y farmacéuticos afectados, pero la muestra de solidaridad y compromiso de la profesión farmacéutica permite ver el futuro con optimismo. Porque el futuro es farmacia; el futuro es salud.

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