FUENTE: Las Provincias
Los ritmos de vigilia y sueño, al igual que otros ritmos biológicos, necesitan unos días para adaptarse a las nuevas circunstancias y horarios. Este periodo de adaptación suele ser más difícil en los niños tras las vacaciones y su incorporación a las rutinas escolares. En esta etapa transitoria, que suele durar más o menos una semana, los niños pueden presentar diferentes trastornos psíquicos como cansancio, apatía, tristeza, decaimiento, ansiedad, falta de concentración e incluso, en casos extremos, depresión, con irritabilidad y agresividad asociadas.
Para evitar la aparición de estos trastornos, el doctor Gonzalo Pin, jefe de la Unidad de Pediatría y la Unidad del Sueño de Hospital Quirónsalud Valencia, recomienda “adelantarnos a la vuelta al cole una semana o diez días antes de empezar las clases. Para ello iremos adaptando todos los ritmos del niño al nuevo horario adelantando, cada 3 días aproximadamente todas las acciones como el levantarse, desayunar, comida, cena y la hora de acostarse, de manera que iremos haciendo una adaptación progresiva al nuevo horario típico de la etapa escolar”. Además se recomienda que los padres adopten una aptitud siempre positiva que les ayude a superar este periodo de adaptación y los síntomas desaparezcan con mayor rapidez.
En la sociedad actual los niños cada vez tienen más programado su tiempo libre por numerosas actividades extraescolares. Los especialistas recomiendan que estas actividades no se conviertan en obligaciones en las que exista un nivel importante de exigencia para ser los mejores y tener que esforzarse al máximo. Deben ser apropiadas para cada grupo de edad y no impedir que los niños tengan tiempo para jugar y descansar, y que no se conviertan en una obligación día tras día. Como nos aconseja la doctora Mª Luisa Mompó, especialista en salud Mental infantil de la Unidad de Pediatría de Hospital Quirónsalud, “deben ser motivo de relajación para los pequeños y no una excusa para tenerlos entretenidos los padres; deben favorecer las relaciones con otros niños, el ejercicio físico, aprender cosas nuevas y que el objetivo no sea conseguir los mejores resultados y competir. Nunca, y esto es fundamental y no debemos e olvidarnos, hay que obligarles a ir en contra de su voluntad. Deben ser una motivación, un divertimento para ellos y no que lo vean como una obligación o castigo.”
En cuanto a qué tipo de actividad escolar es más adecuada para cada edad, la doctora Mompó propone, “para los menores de cuatro años será suficiente con que los llevemos al parque, que pinten en casa, jueguen y dejen libre su imaginación. A partir de los cuatro años la danza para la expresión corporal, la natación que favorece la psicomotricidad, el dibujo o la música para potenciar su creatividad y la comunicación les ayudarán a aumentar la confianza en sí mismos. En la etapa escolar, mayores de seis años, son beneficiosos los deportes en grupo para que aprendan normas, a trabajar en equipo, al mismo tiempo que favorezcamos la coordinación y la psicomotricidad: fútbol, ballet, gimnasia rítmica, baloncesto…”.
Los especialistas de la Unidad de Pediatría de Hospital Quirónsalud han elaborado el siguiente decálogo para ayudar a los padres con la vuelta al cole:
•Adaptarse de forma progresiva al horario escolar una o dos semanas antes del inicio del curso; establecer la hora de irse a dormir y de levantarse, porque de esta forma evitaremos que vayan cansados el primer día de clase.
•Cumplir los horarios incluso los fines de semana.
•Aprovechar las vacaciones para instaurar un hábito tan saludable como es el desayuno en familia, con tiempo suficiente, fomentando el diálogo y compuesto por lácteos, cereales y fruta. Un desayuno adecuado contribuye a mejorar el rendimiento físico y mental.
•Preparar con ellos el material escolar, comprar los libros, forrarlos, preparar el uniforme o la ropa escolar, la mochila…
•Ayudarles con el repaso de los deberes estivales, siempre reforzándoles y elogiándoles en sus logros.
•Hablarles de las cosas positivas que implica el inicio del nuevo curso, como encontrarse con sus amigos, conocer niños nuevos, aprender cosas, excursiones…
•Escucharles, responder a sus preguntas, inquietudes y miedos. Darles confianza y apoyo. Para ellos es un reto y una nueva situación a la que tienen que enfrentarse.
•Practicar por las tardes actividades físicas, en vez de que estén viendo la televisión o jugando en el ordenador, como ir al parque, montar en bici, patinar… De esta forma liberan el estrés y eliminan de sus mentes las preocupaciones y miedos.
•Acompañarles el primer día de colegio, siempre haciendo el momento de la separación nada traumático y corto en el tiempo. Es importante también el momento de la recogida; hay que ser puntuales y mostrarnos alegres, interesándonos por todo lo que nos cuentan sobre su experiencia.
•No hay que trasmitirles nunca nuestra ansiedad, miedos y pereza a la hora de tener que volver a nuestros respectivos trabajos.