Fuente: ABC
Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, infección por el virus del Nilo Occidental, Anaplasmosis, Debonel, Rickettsia monacensis...Estas enfermedades, cuyos nombres apenas pueden pronunciarse, han llegado a España para quedarse. Se trata de patologías, algunas viejas conocidas, que han vuelto a ponerse en el foco, o más bien en la lente de los microscopios porque, por diversas causas, están reapareciendo dentro o muy cerca de nuestras fronteras.
Quizá, el más inesperado ha sido el virus de Crimea-Congo ya que los dos primeros, y hasta el momento únicos casos de la historia de Europa occidental, se registraron hace pocas semanas en nuestro país. El virus, que utiliza como vector (el “vehículo” para atacar) una garrapata, la Hyalomma marginatum, se cobró la vida de un hombre de 62 años el pasado 25 de agosto. El caso obligó a la Consejería de Sanidad de Madrid a activar un protocolo similar al del ébola al comprobar que una enfermera se contagió al atenderlo y que aún sigue ingresada en el Hospital Carlos III de Madrid.
¿Por qué, de repente, surgieron casos de Crimea-Congo?. Teníamos los ingredientes necesarios para que ocurriera: los animales que actúan como reservorios (garrapata, roedores…), el virus circulando y las condiciones climatológicas necesarias. El contagio de una persona que paseaba por el campo al recibir la picadura de una garrapata parecía solo una cuestión de mala suerte. Sin embargo, algunos expertos ven razones que van más allá de las casualidades, entre ellas, el cambio climático y el aumento de las temperaturas.
«Sabemos por modelos experimentales que algunas garrapatas se vuelven más agresivas y pican más al elevarse la temperatura», señala José Antonio Oteo, jefe del departamento de Enfermedades Infecciosas del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja. El cambio climático, de hecho, también puede haber influido en las modificaciones de las rutas realizadas por aves migratorias que también actúan como distribuidoras de vectores. «La hipótesis mejor documentada es que este virus ha entrado recientemente en España a través de garrapatas vehiculadas por aves migratorias, ya que las secuencias genéticas de los virus de las garrapatas de las aves que recogimos en Marruecos, son las mismas que las que encontramos en España y son de estirpe africana».
Justo Menéndez, responsable de Enfermedades Tropicales del Hospital HM Sanchinarro suscribe esta hipótesis. «Lugares donde las temperaturas eran frías y ahora son templadas están haciendo que virus, bacterias o parásitos subsistan en zonas donde antes no era posible».
Sin embargo, no se deja de lado el azar. «Este virus está presente en Asia, América, África y Europa. Pese a ello, es difícil contraer la enfermedad ya que de 100 picaduras de garrapatas infectadas, solo el 10 por ciento producen síntomas», señala Menéndez. Pero evitar la aparición de casos es imposible porque acabar con las garrapatas supondría un gran desequilibrio para el ecosistema. La única solución son las vacunas.
«Tiene más impacto la globalización que el calentamiento global. España, además, tiene una localización especial en el mundo, clima subtropical y puente entre Europa y África donde pasan inmigrantes, turistas y aves migratorias. Es un corredor de importancia», opina José Antonio Pérez Molina, médico del Centro de Referencia Nacional de Medicina Tropical del Hospital Ramón y Cajal. Estos desplazamientos, en los que también se cuentan los realizados por motivos comerciales, hacen difícil descartar la aparición de enfermedades como el zika.
Otra afección que «ha viajado» gracias al movimiento migratorio es el virus del Nilo Occidental. En 1999, provocó un brote en Nueva York y se propagó por Estados Unidos. En España, concretamente en Andalucía, se han confirmado este verano dos casos de Virus del Nilo.
Mayor atención merece la encefalicitis centroeuropea, transmitida por un virus que tiene como vector una garrapata, igual que en el caso de Crimea-Congo y que afecta al sistema nervioso central. Está presente en Alemania, Austria, o Suiza. Y se dan las condiciones para que aparezca en España. «No hay que bajar la guardia, podrían aparecer nuevas enfermedades pero España tiene una infraestructura sanitaria que impediría una epidemia», defiende Ángel Gil, del Comité técnico español que investiga el Crimea-Congo. Gil recuerda que ya hay otras patologías transmitidas por garrapatas en España.
Las que se consideran emergentes y que se han dado en humanos son la Anaplasmosis, la Rickettsia monacensis o Debonel. Esta última, de hecho, la transmite una bacteria «nueva» y descubierta solo en España, concretamente en la Rioja, de ahí su nombre: Rickettsia rioja. Otra enfermedad emergente es la Neoehrlichia mikurensis, que aún no ha provocado casos «pero habrá porque está circulando y lo transmite una garrapata que pica a personas», sentencia Oteo.