FUENTE: La Razón
Las primeras bacterias aparecieron en la Tierra hace 3.000 millones de años. Son capaces de reproducirse en tan sólo 20 minutos, de ahí que sean uno de los organismos más numerosos del planeta.
Enfrente se encuentran los mamíferos, que sólo llevan 65 millones de años en la faz de la Tierra y que se reproducen con mucha menor asiduidad. Con todo esto, es más que comprensible que no seamos capaces de combatir a muchas de estas bacterias y que, incluso, a algunas no las tengamos identificadas.
Eso las convierte, como afirmó en una declaración conjunta ayer la ONU, «en una amenaza fundamental para la salud humana, el desarrollo y la seguridad», en palabras de la directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, así como «un riesgo mundial grave y urgente». Y es que, como explica a LA RAZÓN una de las asistentes al encuentro que se celebró ayer en Nueva York, «es un día histórico desde el punto de vista de la salud.
La resistencia a los antibióticos se ha puesto en el lugar más alto en la agenda política», dice Pilar Ramón Pardo, experta en resistencia microbiana de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO, en sus siglas en ingles).
Por primera vez, los jefes de Estado de todos los países se comprometieron a adoptar una estrategia de amplio alcance. Así, como explica Ramón Pardo, «se han acordado 15 puntos muy sencillos que nos permitirán abordar el problema desde todos los ámbitos». Y es que una de las claves para que los países hayan decidido analizar el problema en una cumbre mundial son informes recientes como el que publicó el lunes el Banco Mundial. Éste indica que la proliferación de bacterias resistentes podría causar una disminución del 1,1 por ciento al 3,8 del PIB mundial en 2050.
Un efecto comparable a la crisis financiera de 2008. «El gasto sanitario de cualquier país es un peso muy importante y el hecho de que estas bacterias generen infecciones graves supone muchos días en la UVI. Así se disparan el gasto sanitario de cualquier país y las bajas laborales», sostiene Domingo Gargallo, cofundador de Abac Therapeutics y presidente de la Asociación Nacional para el Descubrimiento de Nuevos Antibióticos.
La resistencia a los medicamentos se ha ido incrementando a lo largo de los últimos años y no sólo por la capacidad que han desarrollado las bacterias de hacerse resistentes, sino porque la falta de nuevas moléculas está ayudando a que estos organismos produzcan infecciones inevitables.
«Las resistencias y la escasez de tratamientos alternativos son una seria amenaza para los ciudadanos. Si no se actúa de forma inmediata, los antibióticos dejarán de curar, y de hecho ya lo estamos observando, como lo demuestran los datos de muertes relacionadas con infecciones por bacterias multirresistentes», afirma a este diario Belén Crespo, directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), que también se ha desplazado a la Gran Manzana para participar en la reunión. «Las bacterias son muy distintas entre sí. Hay muchas que conocemos y otras que no somos capaces de reproducir en laboratorio. Desde los años 60 no hemos creado ninguna nueva molécula de amplio espectro», añade Gargallo.
Se estima que cada año mueren en Europa unas 25.000 personas como consecuencia de las infecciones hospitalarias causadas por bacterias resistentes. Como explica Crespo, «si extrapolásemos estos datos a nivel nacional, la estimación es que actualmente alrededor de 2.500 personas morirían al año en España» por esta misma causa. Asimismo, la directora de la Aemps apunta que «si no se toman medidas, se estima que en 35 años el número de muertes atribuibles a las infecciones multirresistentes será de 390.000 al año en toda Europa».
Es decir, unas 40.000 muertes al año en nuestro país. El problema que señala Crespo es que «nos enfrentamos a infecciones por bacterias con riesgo de convertirse en clínicamente incontrolables, retornando a la era preantibiótica tanto en medicina humana como veterinaria». Es por todo esto por lo que desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) han igualado este problema a la expansión del VIH o el ébola.
Como explica la experta de la PAHO, se han acordado cinco líneas de trabajo principales (que se engloban dentro de los 15 puntos de la declaración) con las que «intentaremos encontrar una solución». La primera y en la que coinciden todos los expertos es «concienciar a los pacientes y a los profesionales sanitarios del correcto uso de los antibióticos». «Tenemos que aprender a no prescribir siempre antibióticos de amplio espectro para todo.
En muchos casos para evitar posibles resistencias se prescriben cuando no son necesarios», confirma José Luis Cañada, coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas de SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria).
Otro aspecto importante según Ramón Pardo es «crear sistemas de vigilancia mejores para conocer la verdadera magnitud del problema», porque aún existen muchas bacterias de las que no tenemos mucha idea o cuya existencia desconocemos.
Gargallo insiste en que para dar con nuevas moléculas «nos debemos focalizar en los patógenos con mayor impacto y conseguir que la sociedad aprenda a utilizar los antibióticos, ya que aún viven de espaldas al problema. Tiene que haber una movilización como la que se produjo hace años con el cáncer, que ahora es una enfermedad prioritaria».