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Elche y Alcoy son las zonas con mayores tasas de cobertura y Dénia y Torrevieja en las que menos se pone.
Sus inicios en 2008 fueron bastante polémicos después de que dos chicas en Valencia sufrieran convulsiones y tuvieran que ser hospitalizadas. Sin embargo, la confianza de los padres en la vacuna frente al virus del papiloma humano ha ido aumentando en los últimos años. En 2015, según datos de la Conselleria de Sanidad, se la han puesto un 80% de todas las jóvenes de 12 años de la Comunidad. En 2010 apenas eran un 58%.
Las cifras varían en función de cada área sanitaria. En la provincia de Alicante, la zona en la que más niñas han sido inmunizadas es el departamento de Elche- Crevillent, con un porcentaje de vacunación que supera el 85%. En este departamento, recientemente se ha citado a 1.276 chicas para ponerles la segunda dosis de la vacuna. Las zonas en las que menos vacunas contra el virus del papiloma se ponen es en Torrevieja, apenas un 59,7% y en Dénia, con un 63% de niñas vacunadas en el último año, según las cifras proporcionadas por la Conselleria de Sanidad.
Pediatras y ginecólogos siempre han mantenido un consenso a la hora de recomendar esta vacuna para las adolescentes que financia Sanidad. «Previene el cáncer de cuello de útero, que ha ido en aumento en consonancia con el adelanto en la edad de inicio de las relaciones sexuales y los cambios de pareja más frecuentes que se dan en la actualidad», señala el pediatra Antonio Redondo. Al margen de las alarmas iniciales, Redondo asegura que «no se han oído más casos de efectos adversos relacionados con la vacuna contra el virus del papiloma humano». Es más, el número de dosis se ha reducido en los últimos años, pasando de las tres iniciales a dos, «lo que ha provocado un aumento en la confianza de los padres».
Pese a que la vacunación de las jóvenes en nuestra Comunidad arrancó hace ocho años, aún no se tienen datos sobre la incidencia que esta protección está teniendo sobre las cifras anuales de casos de cáncer de cuello de útero. «Aún es muy pronto», afirma Francisco Quereda, jefe de Ginecología en el Hospital de Sant Joan. Además, añade, «los primero años las tasas de vacunación fueron muy bajas los que hace más difícil el estudio de su impacto».Y aunque el porcentaje de cobertura ha ido en aumento,Quereda sostiene que aún tiene que ser mayor, por encima del 90%, «para tener resultados significativos en nuestra Comunidad».
Pero evitar el cáncer de cuello de útero es sólo el objetivo final de esta vacuna, pero no el único. Y donde sí se están empezando a notar ciertos resultados es en la reducción de lesiones premalignas que se detectan cuando se hace una citología. Estas lesiones, que se eliminan quemándolas, congelándolas o extirpándolas, «suponen una gran carga de trabajo para los servicios de Ginecología y una enorme fuente de estrés y de ansiedad para las pacientes».