FUENTE: La Vanguardia
El virus del sida (VIH) se esconde tan bien en el genoma de las células que queda fuera del alcance de cualquiera de los fármacos desarrollados hasta ahora para hacerlo salir de sus escondites. El descubrimiento implica que la estrategia de erradicar el virus del organismo para curar la infección “será más difícil de lo que pensábamos”, declara el biólogo Guillaume Filion, director de la investigación, del Centre de Regulació Genòmica (CRG) y de la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Los fármacos antirretrovirales actuales son capaces de reducir la cantidad de virus en la sangre a niveles indetectables, lo que permite a los portadores del VIH vivir sin síntomas de la infección. Sin embargo, el virus se oculta en los llamados reservorios, donde permanece al acecho, sin multiplicarse, en el genoma de las células que infecta. Si un paciente deja de tomar la medicación, el virus aprovecha la ocasión para salir de su escondrijo y vuelve a proliferar, de modo que circula de nuevo por la sangre y puede transmitirse a otras personas. Los reservorios son “el principal obstáculo para desarrollar una cura para el VIH”, escriben los investigadores del CRG y la UPF en la revista Nature Structural , donde ayer presentaron sus resultados.
De ahí que se haya desarrollado un nuevo tipo de fármacos con el objetivo de reactivar aquellos virus que están escondidos para poder destruirlos. La nueva investigación muestra que estos fármacos pueden desenmascarar a gran parte de los virus. Pero no hay ninguno que llegue a todos los rincones del genoma. Por lo tanto, ninguno es capaz de eliminar completamente la infección.
“Tenemos que pensar en otras estrategias más allá de reactivar los virus”, declara Guillaume Filion. “La reactivación debe ser completa o, de lo contrario, será un fracaso. Si queda una sola célula infectada en el cuerpo del paciente, la infección puede empezar de nuevo y los síntomas pueden reaparecer. Tal vez sea mejor pensar en maneras de controlar el virus cada vez que salga del reservorio”.
El virus del sida se multiplica insertando su material genético en el ADN de las células que infecta y utilizando la maquinaria de la propia célula para hacer copias de sí mismo. Actúa como un pirata que toma la célula al abordaje y se hace con el puente de mando.
La nueva investigación indica que el pirata no actúa a ciegas. No inserta su material genético al azar en cualquier punto del genoma de las células humanas, sino que tiene preferencia por unas regiones sobre otras. Por razones que se desconocen, tiene predilección por los cromosomas humanos 16, 17 y 19. Dentro de los cromosomas, prefiere ubicarse allí donde hay genes activos o bien en regiones que amplifican la actividad de los genes.
“El virus ha evolucionado para seleccionar los lugares más apropiados para el ciclo de infección”, escriben los investigadores.
Los resultados muestran que, según el lugar del genoma donde se inserte, el virus puede tener más tendencia a activarse o, por el contrario, a quedarse agazapado en estado de latencia.
Pero el descubrimiento más relevante del trabajo es que la eficacia de los fármacos utilizados para reactivar el virus, y de este modo poder destruirlo, también depende del lugar del genoma donde se haya ocultado.
Los investigadores del CRG y de la UPF han hecho pruebas con dos fármacos de este tipo. El vorinostat ha mostrado más eficacia para reactivar los virus que se sitúan junto a regiones amplificadoras de genes. Por el contrario, la fitohemaglutinina parece ser más apropiada para virus que se sitúan en tierra de nadie, en aquellas regiones del genoma donde no hay genes.
“Cada fármaco tiene unas regiones ciegas en el genoma donde no consigue reactivar de manera eficiente el VIH”, declara Filion. Estos resultados indican que será necesario combinar varios fármacos para hacer salir el virus de todos los lugares en los que puede esconderse. Pero “el número de fármacos [que harán falta] se desconoce”, advierte el investigador.
La investigación, realizada con cultivos celulares, se ha basado en una nueva técnica que ha desarrollado el equipo de la CRG y la UPF y que permite encontrar cualquier fragmento de VIH insertado en el ADN de una célula humana. La técnica, llamada B-HIVE, actúa como un código de barras: lee el genoma de modo similar a cómo un escáner lee por ejemplo el código de barras de un producto en un supermercado.
Además de detectar en qué lugar preciso del genoma humano se han insertado genes del VIH, esta técnica permite detectar si los genes se reactivan o permanecen en estado latente. “La parte positiva –señala Filion– es que la técnica B-HIVE también podrá utilizarse para buscar combinaciones de fármacos que reactiven de manera más eficiente el VIH”.
Según concluyen los investigadores en Nature Structural , “la tecnología B-HIVE ayudará a comprender mejor los procesos que gobiernan la latencia del VIH y contribuirá a desarrollar estrategias más eficientes para erradicar el virus”.