FUENTE: El Mundo
El último informe de los Centros de Control de Enfermedades estadounidenses (CDC) sacó a la luz el fin de semana pasado el caso de una septuagenaria que falleció en septiembre del año pasado a causa de una bacteria resistente a "todos los antibióticos disponibles". La paciente, que padecía una infección por Klebsiella pneumoniae adquirida probablemente durante una hospitalización en La India, fue tratada en condiciones de aislamiento en un centro de Reno (Nevada), pero los médicos no pudieron hacer nada frente al patógeno, capaz de sobrevivir a 26 fármacos diferentes.
La muerte de esta ciudadana estadounidense es la última muestra de la grave amenaza para la salud pública que suponen las resistencias bacterianas, un problema creciente, tal y como volvió a dejar claro un análisis del Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades el pasado mes de noviembre. Según sus datos, entre 2012 y 2015 aumentó significativamente la capacidad de los patógenos para sobrevivir a los tratamientos, incluidos los considerados "de última línea". Estas resistencias, señaló Vytenis Andriukaitis, el comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria, ponen en riesgo los avances de la medicina moderna y hacen que "si no lo atajamos, podamos volver a la era en la que no eran posibles ni las operaciones médicas más simples, por no hablar de trasplantes, quimioterapia o cuidados intensivos".
La revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) detalla esta semana el modo en que algunas de estas 'superbacterias' consiguen diseminarse y burlar al arsenal terapéutico. Y sus datos indican que son muy hábiles y se adaptan a los cambios con facilidad.
En concreto, este equipo de la Universidad de Harvard examinó unas 250 muestras de enterobacterias resistentes a las carbapenenemasas, uno de los patógenos considerados más peligrosos -y al que pertenecía la Kebsiella pneumoniae de la pacientes de Reno-. Las muestras procedían de pacientes hospitalizados en centros de Boston y California. El objetivo de los investigadores era definir la frecuencia y las características de los brotes e intentar trazar un seguimiento de las transmisiones.
El análisis demostró una "diversidad significativa" de los patógenos resistentes. De hecho, los científicos subrayan que incluso en brotes registrados en un mismo centro hospitalario se encontraban distintas combinaciones de especies de enterobacterias resistentes a las carbapenemasas. Sólo un linaje de Klebisella pneumoniae, la denominada ST258, fue localizado en distintos centros hospitalarios.
Asimismo, los investigadores también comprobaron la existencia de una gran variabilidad genética que permitía a los patógenos convertirse en resistentes a los medicamentos por distintos mecanismos y que esas 'cualidades' genéticas se transferían con facilidad entre las especies. Entre los mecanismos de resistencia observados, había algunos que no se habían descrito con anterioridad.
"Hay una continua innovación por parte de estos microorganismos para frustrar la acción de esta importante clase de antibióticos", señalan en la revista médica los investigadores, que, con sus datos en la mano, sugieren que en la transmisión de estos patógenos han de colaborar también los llamados portadores asintomáticos; es decir, personas que tienen las citadas bacterias en su organismo sin que éstas les provoquen una infección.
En sus conclusiones, los científicos reclaman una vigilancia más exhaustiva de las 'superbacterias', un punto de vista con el que coincide Rafael Cantón, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), quien recuerda que "cada vez son más las evidencias del grave problema que suponen las resistencias bacterianas".
En ese sentido, reclama que de una vez por todas se ponga en marcha de manera real el Plan Nacional contra la Resistencia a los Antibióticos que desarrolló la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios en 2013.