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El frío puede resultar un aliado oportuno contra la obesidad, ya que la mitad de las calorías que ingerimos están destinadas al mantenimiento de la temperatura corporal: si hace frío en el ambiente, necesitamos generar más calorías. Cuando el frío arrecia, el cuerpo humano pone en marcha toda una serie de procesos para contrarrestarlo, lo cual puede suponer el gasto de hasta un 30% del presupuesto energético total del cuerpo. Y, cuanta más grasa dediquemos a ello, menos probable es que padezcamos diabetes, sobrepeso u obesidad.
Según la especialista en nutrición de la Unidad de Obesidad de los Hospitales Quirónsalud Torrevieja y Murcia, Carolina Pérez, “cuando el termómetro marca de 25ºC a 30ºC de temperatura ambiental, nuestro cuerpo no necesita consumir energía. Pero cuando desciende hasta 17ºC, el organismo tiende a producir tejido “adiposo pardo”, grasa buena que quema energía y glucosa y produce el calor necesario para mantener el calor corporal”.
Durante el invierno y el consecuente descenso térmico, o como ahora, en esta ola de frío, hay pacientes que manifiestan tener más sensación de frío que la media. Esta intolerancia al frío puede deberse a la falta de grasa corporal, a una enfermedad crónica o a un estado de salud general deteriorado, como anemia (falta de glóbulos rojos sanos), anorexia (un trastorno alimentario que provoca la pérdida de grasa corporal) o hipotiroidismo (la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas).
La especialista recuerda que procedimiento ideal para perder peso es una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio acordes con nuestras circunstancias y, en su caso, bajo supervisión médica. Y recuerda algunos métodos que usan el frío como parte de tratamientos que ayudan a la pérdida de peso.
Vendas frías: se envuelve al paciente con vendas impregnadas en un producto natural resultado de una combinación de algas marinas coralíferas, mentol, extractos de plantas como hiedra, viña roja, castaño de indias, cola de caballo, centella asiática, y alcanfor que producen un efecto inmediato de frío, el paciente tirita no más de 40 minutos, con el descenso de la temperatura local se acelera la actividad metabólica del organismo, desencadenando así un proceso en el cual el organismo responde consumiendo más calorías, logrando una rápida reducción del grosor de la masa grasa, acelerando la eliminación de toxinas y mejorando la tonificación de los tejidos.
Ingerir comidas frías: el organismo no puede dejar pasar al torrente sanguíneo el alimento frío y debe calentarlo en el estómago. Esta operación requiere de la quema de calorías. Se obtiene además un enlentecimiento de la digestión y se retrasa la aparición de hambre.
Ingerir bebidas frías: con un litro de agua muy fría el organismo quema unas 37 kcals para calentarla a los 37 ºC que tiene nuestro cuerpo.
Tomar helados sin azúcar: es una buena forma de disfrutar de un postre bajo en calorías y que gasta parte de las calorías que aporta contra la obesidad. Hay quien fabrica pequeños “helados” con cubitos de hielo y algún alimento que le aporte aroma (menta, limón…).
Tomando una buena ducha fría y no abrigándose demasiado: es una forma de obligar al organismo a quemar calorías para regular la temperatura, además de otros muchos beneficios que tienen las duchas con agua fría. Una ducha de dos minutos a 25 grados centígrados se estima que consume 100 kcal.
La doctora Pérez recomienda acostumbrarse a pasar más tiempo a una temperatura ambiental moderadamente baja: bastaría con bajar unos grados las calefacciones centrales de los edificios climatizados durante las noches de invierno para perder peso.