FUENTE: El Mundo
Un equipo del hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid) ha implantado, por primera vez en España, un dispositivo que permite tratar la insuficiencia cardiaca en los casos en los que no responde al tratamiento convencional.
En apariencia, el aparato se asemeja a un marcapasos, pero en lugar de actuar sobre el corazón, lo hace sobre la arteria carótida, donde se localizan unos receptores que juegan un papel muy importante en la regulación de la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.
La insuficiencia cardiaca se produce cuando el corazón está debilitado y no es capaz de bombear adecuadamente la sangre, explica Javier Segovia, jefe de sección de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante del centro madrileño. En muchos casos, el problema se puede tratar mediante fármacos -como los betabloqueantes- o con la ayuda de desfibriladores o resincronizadores. Sin embargo, hay pacientes que no toleran estas terapias o no responden a su acción. Es en esos casos donde los estimuladores eléctricos de los barorreceptores carotídeos pueden ser muy útiles.
Básicamente, lo que hace el dispositivo es enviar señales a esos receptores en la arteria carótida para conseguir "descargar de trabajo" al corazón debilitado por la insuficiencia cardiaca. "A través de la estimulación continua se inhibe la acción del sistema simpático, que es el que eleva la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, el que prepara al organismo para la acción y, en consecuencia, hace trabajar más al corazón", explica Segovia, que utiliza una metáfora para aclarar el proceso.
"Imaginemos que el corazón es una bomba que tiene que sacar agua de un pozo y repartirla en un entramado de tubos muy pequeños y de mucha longitud. Lo que conseguimos con este dispositivo es que el sistema ofrezca una resistencia menor, con lo que la bomba puede trabajar mejor", señala.
Según explica José Porto, jefe de la sección de Cirugía Vascular del Puerta de Hierro, la intervención para colocar el dispositivo en la carótida puede realizarse en menos de una hora por cirujanos vasculares. Hay que realizar pruebas para comprobar que el estimulador está colocado en el lugar idóneo y no es hasta transcurridas unas dos semanas cuando se activa desde el exterior y, mediante telemetría, se ajusta su intensidad y su frecuencia.
La anestesia que requiere la intervención, apunta Ana González, del servicio de Anestesia y Cuidados Críticos del hospital, es compleja, ya que algunos de los fármacos que se emplean habitualmente pueden interferir con el funcionamiento de los barorreceptores. "Por eso, se deben utilizar benzodiacepinas y opiáceos de vida media y evitar todos los halogenados y cualquier otro fármaco de vida media-larga". Además, aclara, dado que estos pacientes presentan un riesgo muy alto asociado al funcionamiento deficitario de su corazón, "la inducción anestésica y la conexión a una ventilación mecánica ha de hacerse llevando a cabo especiales medidas de seguridad".
Rafael Ramírez es uno de los dos pacientes a los que hace un mes se les implantó un estimulador de los receptores carotídeos en el hospital Puerta de Hierro. Con muchos problemas coronarios a sus espaldas, la insuficiencia cardiaca impedía a este vecino de Parla "dar ni dos pasos" sin fatigarse, por lo que no lo dudó cuando le propusieron someterse a la intervención. Ahora asegura encontrarse mucho mejor, aunque un problema isquémico en las piernas no relacionado con la operación le ha llevado de nuevo al hospital estos días.
Como Ramírez, son candidatos a usar esta alternativa terapéutica -que es compatible con otros dispositivos de estimulación eléctrica del corazón- aquellos pacientes en los que las terapias convencionales no han surtido efecto o no han sido bien toleradas. Según Segovia, estos pacientes serían aproximadamente un 5% de los 700.000 enfermos de insuficiencia cardiaca que existen hoy en día en España.
"Hay datos precisos que demuestran una mejora de la capacidad funcional, una mejoría de las pruebas que tienen que ver con la capacidad de caminar, una mejoría en calidad de vida general, así como reducción de ingresos hospitalarios y disminución de algunos parámetros de análisis que reflejan la insuficiencia cardiaca", señala Segovia, que recuerda que aún no hay estudios sobre la supervivencia del paciente porque la tecnología aún es muy reciente. "Para esto se requieren estudios de cinco a 10 años y el dispositivo no tiene tanto tiempo", apunta Porto.
Respecto al coste, señalan que es similar al de otros dispositivos de estimulación eléctrica. En ese sentido, Julio García Pondal, director médico del centro sanitario, subraya que "cualquier incorporación de nueva tecnología al principio es caro, pero a la larga resulta beneficioso para el sistema sanitario porque se ahorran muchos costes, como los derivados de los ingresos hospitalarios".
El equipo espera implantar más dispositivos en los próximos meses tanto en pacientes con insuficiencia cardiaca como en enfermos cuya hipertensión arterial tampoco pueda controlarse con las terapias habituales, otra de las indicaciones del dispositivo.